miércoles, 24 de junio de 2020

Las guerras (frías) perdidas


Soy consciente de que queda contradictorio quejarse de la colonización cultural vencedora y terminar esa queja con un video de ellos, los que han vencido. Pero, en fin, lo valiente no quita lo cortés y, además, aún estoy por encontrar un potente montaje de video colgado en la red con momentos bailados del cine hispano, sometidos al ritmo trepidante o simplemente bello de una canción también hispana. Ni con el omnipresente e inmamable reguetón lo he encontrado. Quizá exista, pero no corre.

Mientras tanto, el número de montajes que acumula el cine anglosajón magnificando lo suyo, no para de crecer (y de correr). Apostaría a que los mismos hispanos hacen muchos de esos montajes por propia iniciativa y los mueven en sus muros.

En éste que –cebando también la bomba- yo mismo os dejo abajo, quien quiera que lo haya hecho ha tenido el detallito de incluir un momento del éxito francés Intocable y otro del italiano La gran belleza, cinematografías de raíz latina. Banderas y Penélope salen también fugazmente, pero en producciones estadounidenses, desde luego. Ni Almodóvar ha encajado y eso que la canción es la misma que bailan en una de sus películas (aunque siendo la que es, no me extraña que la ninguneen).

Pero si el cine de Europa es descaradamente residual y España ni forma parte de lo resaltable en él, siquiera en su autor más reconocido internacionalmente, no digamos el cine de Iberoamérica, que sencillamente no existe. Salvo para que los originarios de aquella región del mundo figuren en las producciones de Hollywood como una comunidad delincuencial o, en el mejor de los supuestos, cómicamente exótica.

Ahora están a vueltas con si tal o cual película necesita retoque, aclaración o defenestre por su forma de mostrar cosas que ya no se entienden así. Esas corrientes enfurecidas que van y vienen. Naturalmente, también en eso nos llevaremos una buena ración de mierda: las conquistas, sean bélicas, culturales o religiosas, de la comunidad hispana, serán afeadas ruidosamente y, para mayor escarnio, con la complacencia activa de muchos de nosotros.

Por el Cine podemos estar tranquilos: ni se dan por enterados de que lo hacemos, y perseguir un machismo mexicano o una blasfemia buñuelesca sería poner en el mapa a quien se diría que no merece estar en él. Les valen para sus películas cuatro tópicos que nos retratan de un modo tan parcial como injusto, sin que ningún bien pensante guardián de las esencias de lo que se puede tolerar en el siglo XXI ponga pega alguna a la imagen que dichos tópicos proyectan de lo hispano.

No hemos inventado el whatsapp ni el Facebook, por lo que tenemos que aceptar ahí que los gifs, los iconos y toda la juguetería adulta potencie y visibilice sus referentes, llevando a categoría de universal aquello que, en realidad, es lo que valoran ellos como propio, prescindiendo de lo demás. Es lógico, puesto que de potenciar otras identidades deberían ocuparse quienes las tienen.  Y ahí es donde le duele, compañeros de idioma, porque nada nos gusta más a los hispanos que el buen pop inglés y el espectacular cine de Hollywood ¿eh?

Pues ea, compadres, no se hable más: vamos pensando en confeccionar a su mayor gloria el próximo video de escenas míticas hollywoodienses y, mientras, a bailar I´m so excited, que mola todo.


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