miércoles, 3 de junio de 2020

Aguas oscuras


Esta película buena, sombría y poco superficial tiene un lastre inevitable: el precedente de Erin Brockovich, que trata de forma bienhumorada un caso de infección consciente de aguas comunitarias muy similar al narrado en Aguas oscuras.

Todd Haynes es un cineasta elegante, de tempo lento, capaz de meterse en honduras mayores y hacerse entender muy bien en ellas, cosa que a Soderbergh le cuesta más. Pero Steve es astuto, tuvo la sonrisa y el wonderbra de Julia Roberts de su parte, además de que Albert Finney es muchísimo más empático (y simpático) que Tim Robbins.

Así las cosas, la última película cuidadosa y de Estudio sobre cómo las gastan las grandes corporaciones cuando se contraponen salud del común frente a beneficios económicos, se queda en un correcto e interesante ejercicio de denuncia al hollywoodiense modo.

Llega a las mismas conclusiones que la de Soderbergh, pero peores. ¿Habíais oído hablar de los errores y horrores que arrastra el rentabilísimo invento del teflón? ¿Se ha prohibido su uso en las sartenes? Pues eso.

Al menos Mark Ruffalo (de un tiempo a esta parte anclado en el personaje Banner / Hulk), demuestra que es capaz de encarnar convincentemente la grisura con apenas engordar cinco kilos, calzarse un traje oscuro y peinarse a raya. Estaba cantado, pero bien por él.



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