Con un reparto muy lucido en ambos sexos, aunque las
estrellas son ellas como era de esperar, y un tema escabroso y oportuno, la
película se queda en esas dos bazas, sin apostar por la grandeza. Tiene el
material de partida y el reparto idóneo, pero hasta ahí llega.
Poco nervio en los pulsos femeninos a diferentes niveles (y
al menos cuatro están a primer nivel de visionado, habiendo más). Poca tensión
entre los denunciantes, los denunciados, los testigos, los indiferentes y los
cobardes. Poca intención en describir las tripas de un monstruo como FOX (apenas destellos en el discurso de la lesbiana y el ropero de la cadena).
A fuerza de evitar los subrayados militantes, la película se
queda en un telefilme con figuras. Cuando, curiosamente, los telefilmes
subrayan mucho más. En fin, se ve bien, porque en eso USA cumple hasta con el
piloto automático, pero los temas fuertes necesitan cineastas fuertes y no es
el caso de Jay Roach, que debió limitarse a su labor de productor, contratando
un guión y una dirección más ambiciosos, a la altura de este escándalo.
No aburre y es difícil dejar de mirar a sus protagonistas. Pero en efecto, su regusto inmediato se queda en tierra de nadie.
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