jueves, 21 de mayo de 2020

Blue Jay


Encontrar cine de notable para arriba en Netflix, que no hayas visto antes de que llegue a la plataforma (y no digamos ya, que tenga dinero de la propia Netflix en la producción), se está convirtiendo en un deporte extremo.

La casualidad empieza a ser la mejor brújula. Así fue como me topé con Blue Jay, una película de 2016, en blanco y negro y de hora y cuarto de duración. Según me han informado ayer mismo, su protagonista  Mark Duplass es también productor y autor del guión. A lo que parece, junto a su hermano Lawrence Jay Duplass, ya ha cocinado otras películas que forman parte del movimiento mumblecore (“indie americano digno de los 90, versión 2.0”, me resumió mi confidente).

Aquí, el astuto Mark ficha a la poderosa actriz Sarah Paulson (poderosa pero asequible), y entre los dos se echan la historia entera a la espalda, con naturalidad, encanto, sonrisas y lágrimas. Hasta rapean.


Pero lo esencial, sin duda, es que los intérpretes sacan jugo a un guión bien construido, con los cabos sueltos justos para anudarse en el último tramo.  Y que el director, Alexandre Lehmann para la ocasión, escoge una fotografía que desarma la belleza del paisaje y amplía la de los interiores, para dar a la pareja la media docena escasa de escenarios en los que derivar del reconocimiento casual al íntimo.

La puesta en escena, el blanco y negro y la ausencia de otros personajes, salvo un episódico imprescindible, dotan a ese encuentro de los ingredientes que necesita: Cervezas, pueblo muermo, pasado de juventud y camisetas deportivas, ilusiones rotas, camioneta, feeling… Indie 2.0.

A veces Netflix te da sorpresas, como la vida.


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