sábado, 6 de marzo de 2010

An education


Una colegiala a punto de cumpir 17, buena estudiante en una Inglaterra mortalmente aburrida, conoce a un granuja maduro y se deja encandilar por su capacidad de maniobra, gracias a la cual (y a la inexperiencia de ella) cada cita resulta deslumbrante en su novedad: el concierto de clásica, la cena distinguida, el club de jazz, la escapada a Oxford, el fin de semana en París… hasta que, como diría el poeta, la verdad desagradable asoma.

Un pequeño argumento en una pequeña película muy bien realizada que descubre además a una actriz llena de encanto, Carey Mulligan, en un mundo británicamente triste pero solvente y parisinamente prometedor pero efímero.

El guión no cuenta nada que no sepamos. Ni el romance, ni las trivialidades cotidianas, ni la falsa rigidez familiar, ni el colegio inglés y sus ingredientes aportan grandes ideas -la más interesante, la que enfrenta diversión al día con esfuerzo a futuro-, pero todo viene atravesado de un encanto melancólico inusual en el que la actriz aguanta el resto con aplomo e inocencia, como a veces sucede a los 17.

En fin, una lección inglesa difícil de aprender.

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