Lo que le falta sobre todo a esta película es algo más de pasta, para que ella -la chica- se luzca también en el tramo final, que las trazas de su personaje bien lo merecen, y para que Brays Efe se sacuda el pesado fardo de Paquita Salas y construya con más técnica (tanta como aplicó en su hasta ahora gran personaje). La barba y las camisetas nerd no bastan. Y él sí que tiene material sobre guión para trabajar. Lo de Verónica Echegui sabe a poco precisamente porque ha construido personaje y lo van desinflando sobre el papel sin necesidad ni justicia. Brays funciona bien en el suyo, pero no luce lo brillante que debería.
A Javier Rey le ha tocado el papel menos grato, aunque también pasa eso con el perfil que lo replica en los cómics, ya me entendéis. Resines, Areces y Alterio viven ya en la pantalla por encima del bien y del mal. Les vale con estar para ser. No importa que tengan papeles limitados, casi instrumentales. Les dan cuanta vida necesitan para interesar.
La historia que cuenta esta película, comiquera a tope, es mejor para iniciados y aceptable para profanos. Rodada con convicción y ritmo, coherencia y retranca, acierta a mi juicio en el tono. Aunque más allá de las carencias de guión para Verónica y presupuesto para alguna que otra pasadita heroíca, hubiera podido apurar, metiéndose en capas más profundas. Está a años luz de Superlópez y se agradece. Pero no consigue lo de Kick-Ass y es una pena, porque podría.
Ya digo: pone talentos en juego, sin caer en la cuenta de que hace falta bastante más pasta para alcanzar lo pretendido o lo apuntado. Los orígenes humildes (revisad a Nolan) ya no se llevan, apenas se perdonan.
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