Se me olvidaba, pero es que la estrenaron cuando estábamos cerrados por defunción y vacaciones.
No importa que la critiquemos a estas alturas del verano, puede que ya no esté en cartelera, pero eso aquí ha importado siempre poco, pues lo imposible de nuestra misión es triunfar ("¿un blog, tío, todavía existe esa mierda? ¡por Dios...!")
Tom Cruise nunca ha escrito blogs, pero tampoco se ha metido a superhéroe. Para qué, tenía a Ethan y su superpoder cochino: correr para aquí, correr para allá, pegar duro, seguir instrucciones por el pinganillo, tener su propio "Q" negro y tecnólogo, contar con alguna chica mala dispuesta a pasarse al bien encubierto, algún malvado poniendo al mundo en jaque... En fin, la saga. Su saga.
Ésta es más de lo mismo salvo por una razón: se sabe (o se vende) como episodio final y definitivo. Eso implica algunos vicios que lastran lo que una Misión imposible tiene de pelotudo. A saber, la suspensión de la realidad ante un mundo al limite, una solución acrobática (ese salto marca de la casa) y una intriga de poca enjundia tratada a toda prisa para que funcione. Pero en la octava entrega se empeñan en repescar todo lo que la saga tuvo, sus personajes, sus muertos, sus misiones preparatorias de ésta... vaya, hacer balance y que nos cuadre.
Puede que lo haga en caja, pero yo no necesito volver a ver a quienes murieron por Ethan antes de la sentencia final, ni cuántos malvados eran en realidad fichas de un mismo dominó derrumbándose hacia el corazón del atlántico norte.
Resumiendo: lo del submarino es espectacular, lo de la asesina operando francamente ingenioso (ahí la saga vuelve a ser lo que la hizo grande), Angela Basset se pasó en el último planchado y el epílogo del final no huele a final.
Veremos cómo va la caja de la franquicia y de Tom. Si es que no se nos convierte en super héroe, dios no lo quiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario