Hacía mucho que no me sentaba en la fila 3. Quizá influya no poco en esta crítica.
La película de Joon-ho Bong es una montaña coreana. Mientras subes, un malévolo perfume hitchcockniano te presenta a los personajes (excelente presentación desde el fotograma inicial), el problema y las maniobras de unos y de otros, incluyendo una cogorza buñuelesca perfectamente integrada con lo anterior, porque de malévolo a malévolo, Alfred y Luis son referentes perfectos y hasta complementarios.
Llegados a este punto, el escenario contiene cuanto hace falta. Bueno, no todo... Es cuando la montaña inicia su loco descenso con gritos del respetable. La historia gira con una sorpresa abrupta que cambia el tempo de la película en cuestión de minutos.
Y tras una lluvia torrencial muy oportuna, empieza la bizarrada coreana. Lógica, subyugante e incómoda. Desde la fila 3, no digamos.
En este bloque, la violencia obtiene gags crueles que a Tarantino le harán morderse los puños. El mensaje entre lineas -ya sabéis, eso que ahora llamamos "lo social"- es ahora más visible y mucho menos sutil. Aunque es el mismo.
Al final, el bueno de Joon afloja y nos da uno de esos finales sí-pero-no, blandito aunque no feliz. Como dice un gran amigo "¡qué daño ha hecho la escuela la-la-land de finales!".
Así que, en resumen, una película notable. Desde la fila 3, bien.
Muy original, divertida, intrigante, burra y triste. Los coreanos tienen su punto, para qué negarlo.
La próxima, en la fila de los mancos.
Vi el otro día la argentina de Darín desde la fila 1 y no mejoró lo más mínimo.
ResponderEliminarMe gustó mucho de este coreano "Memories of Murder".