viernes, 5 de abril de 2019

Buñuel, fuego sagrado


Viridiana es la película de 1961 que supuso el fugaz regreso a la cinematografía española del inigualable Luis Buñuel, uno de los directores más grandes que ha dado la Historia del Cine mundial.

Desde el punto de vista narrativo, la película cuenta primero un relato despiadado sobre Don Jaime (Fernando Rey), el viejo caballero deseoso de seducir a Viridiana (Silvia Pinal), una pariente joven y novicia a la que ha costeado su vocación. Este asunto se encadena, suicidio mediante, con el proselitismo condenado de Viridiana y su asunción de que la carne debe cobrar tributo para que el humano entienda lo humano. Pero todo esto sin tesis ni discurso alguno, con humor malvado y escenas míticas para dar y tomar.

Hace tiempo que nos venden cualquier bobada etiquetándola de perversa, transgresora o escandalosa por un cruce de piernas, una irreverencia impostada o un poco de porno salpimentando cine convencional. Cualquiera de esas “demonizadas oficiales” es una minucia frente a ésta y otras muchas películas de Buñuel, el meteoro universal, que diría un colega.

Lo de Buñuel es de otro mundo. El París surrealista, la guerra civil española, el mejor Moma de NY, la edad de oro mexicana, las amistades –de igual a igual- con todas las leyendas del siglo XX y un talento destructor sin igual en el arte moderno.

Viridiana ganó en Cannes la Palma de Oro, la condena vaticana y el oprobio del régimen que había autorizado su rodaje. Toda huella del mismo fue borrada y todo el material destruido, salvo la copia del festival que Alatriste consiguió llevarse a México para tirar copias nuevas y estrenar donde lo permitieron.

Diez años después, Buñuel volvió a España y rodó otra obra maestra, Tristana. Se acercó a verle trabajar en Toledo el más consagrado representante de la nouvelle vague, François Truffaut. La prensa local, por descontado, se volcó en el director francés preguntándole por el motivo de su visita. “Yo sólo he venido por si el maestro necesita tabaco o cerillas”.

Pues eso. El maestro.



(*Artículo publicado en la revista Tarántula, mayo 2014)

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