Con su última película, que llegó a los cines dentro de la temporada de estrenos aspirantes a los últimos Goya, Amenábar pinchó inesperadamente.
Todo eran expectativas y quizá por eso el patinazo resultaba más visible e
irritante. La historia, de entorno y clima estadounidenses -variante miedo-
tiene a dos actores muy conocidos al frente y está rodada con solvencia, pero
esto ya no merece destacarse, se le supone al director un oficio y un presupuesto
muy por encima de la media.
Lo malo es que la historia es
poca cosa, no sé si por sí misma, o por cómo se plantea en pantalla. Los
misterios de esta clase requieren un crescendo, una tensión, un juego hábil
(del que Amenábar había hecho gala en Tesis, Abre los ojos y Los Otros), que
aquí no aparecen por ninguna parte. Todo discurre demasiado lento en su parte
central y torpe cuando se llega al desenlace, después de innecesarias
truculencias y pistas demasiado gruesas.
Este muchacho se ha echado a dormir
ResponderEliminarEl amigo Ethan es más imprevisible que el argumento de Regresión.
ResponderEliminarLo mismo hace el Jesse de tres décadas o el padre de la maravillosa Boyhood que esta birria. Y Emma venía de Noé, que ya era un truño importante. Vamos, que los actores anglosajones muy conocidos no son garantía de nada.
pssssse
ResponderEliminarNecesita recuperar a Mateo Gil para los guiones, me parece
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