El debutante Carlos Martín consigue el dinero
debajo de las piedras y rueda con habilidad una pequeña historia de intriga y
juegos al límite. Apenas media docena de actores, un par de coches para el
desguace, una noche desértica (de nuevo el presupuesto) y una sorpresa bastante
relativa que termine el relato de forma coherente. Serie B honesta, algo
previsible, bien rodada y poco más.
Creo que esta historia de hermanos
reversibles no conseguirá gran cosa en taquilla, pero los gringos le harían un
remake muy resultón sin despeinarse. Bastaría con un reparto campanudo, unas
tomas aéreas de manual, Nueva York y coches de más cilindrada. Tampoco sería un
rompetaquillas, pero se vendería en medio planeta como tantos thrillers sin más
aspiración que el entretenimiento con adrenalina.
En el mejor de los casos, algún
avispado de Hollywood le hará ofertas al director para que pruebe allí con los
mimbres de una industria fuerte, aunque no sana. Puede que entonces Martín
estrene en medio planeta.
La he visto.
ResponderEliminarCoincido en que con reparto resultón made in USA y presupuesto para persecuciones y sobraditas varias daría el pego.
El problema es que, así como está, no.