Robin Willliams, como la mayoría de las estrellas de cine, era una paradoja: Brillaba como humorista mientras le asaltaba la tristeza, destacaba por su desparpajo siendo en realidad un depresivo, nos era familiar y no sabíamos nada de él.
Williams tenía talento para el histrionismo y la imitación, las habilidades que le hicieron célebre, pero sus mejores personajes fueron comedidos y originales. El profesor Keating del Club de los poetas muertos, el siquiatra de Will Hunting, el médico de Despertares, el psicópata de Insomia, el solitario de Retrato de una obsesión.
Quedarán también para el recuerdo su loco dulce de El rey pescador, su locutor de Good morning, Vietnam, su genio de Aladdín o su candidato a la presidencia de El hombre del año.
En la última década no acertó demasiado con los protagonistas, pero el cariño del público hacia él permanecía intacto. Lo seguirá teniendo para siempre.
Prosigue el poderoso drama. Él ya contribuyó con su verso.
Más allá de los sueños
ResponderEliminarJumanji
Hook
Patch Adams
Grande, oh capitán, "nuestro" capitán!
ResponderEliminarDEP. y hasta siempre.