viernes, 21 de marzo de 2014

Ocho apellidos vascos



Lo que son las cosas: la película que está resucitando la cuota española de taquilla (tres millones el primer fin de semana), se llama Ocho apellidos vascos. Habla de un sevillano engominado que se disfraza de borroquero en pleno corazón de las Vascongadas para ayudar a una guipuzcoana áspera y en apuros, mientras se ríe de su flequillo abertzale y ambos se enamoran como becerros de comunidad autónoma no identificada. A eso, temáticamente hablando, le llamo yo arrojarse al vacío y encontrar agua donde hasta ahora no hubo más que mierda y sangre.

Pero empecemos por el género: como comedia, la película divierte sin apenas desfallecer. Es mérito de sus protagonistas, en especial los que encarnan Dani Rovira y Karra Elejalde, que no solo están perfectamente cómicos, además están entrañables. Inmenso ese marinero vasco con el "hostia" permanente en la boca, que devora la película desde su aparición en puerto con sus recomendaciones y advertencias de padre y suegro, su cabezonería y generosidad, y que encuentra además un gran oponente en la mejor Carmen Machi que recuerdo. 


Frente a ellos, Dani tiene gracia para la torpeza, el desparpajo, la cara dura y el miedo. Todo le sale. Y Clara Lago, con el menos agradecido de los papeles, hace creíble lo más endeble del guión y pone la belleza oportuna a la aventura. En fin, que cada cual en sus escenas se vuelca en sacar petróleo de cada chiste. Y la cosa se salpimenta con unos sevillanos de feria y un cura a boina calada. Realmente, lo único que flaquea en comicidad es el relleno de radicales de medio pelo y cuarto de neurona, incluso aunque se les tilde de tontos del culo.

Y así salimos del género -puede que hasta de la película- y llegamos al contexto, abarrotado de preguntas incómodas: ¿Podemos ahora disfrutar esta comedia y dejar a un lado los muertos? ¿Es legítimo reírse de cosas como el piso franco, los comandos, los secuestros y apodos como "el metralleta"? ¿Es garantía suficiente saber que al Gara no le ha hecho ninguna gracia la película? ¿Es improcedente hacerse este tipo de preguntas ante un producto sin más pretensiones que hacer reír? ¿O también es política una película que "no se mete en política"? 

Creo que en el Carnaval de Cádiz de este mismo año han encontrado algunas claves, Patxi, pisha...

7 comentarios:

  1. Entonces ¿voy a verla? estoy hecho un lio....

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  2. Pues no, no, joven, gracia muy poca, pero ya sabemos que esto del humor es tan personal..
    No te perdono tu tibieza con el Hotel Budapest, el cretino de Serrano se niega a verla como con La gran belleza porque no le gustan las anteriores del director de turno.Un terco imperdonable, a ver si nos vemos y le echamos una buena bronca a este arrogante de Leon.

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    Respuestas
    1. Te diré que me hacen más gracia los de la chirigota Patxi que la película de los Ocho apellidos, aunque tenga suficiente (pero no creo que para tanto éxito).
      Y coincido en lo del humor, que es muy personal. De ahí mi tibieza ante la de Anderson. Hubo cosas pretendidamente cómicas que a mí no me tocaron ningún resorte. Aunque merezca verse, porque estéticamente es deslumbrante y su ritmo y sus actores son excelentes.
      Me gusta el nombre "El arrogante de León".
      suena medieval y heroico.

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  3. Pues me he reído como un chinche

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  4. A los de Gara les incomoda todo, han de salir a la calle, ver el mundo y q el Sol les ilumine las neuronas.
    Está bien reirse de los tópicos, mientras se haga desde el respeto, aquí en analogía lo hacemos constantemente, sobre todo en Cádiz, muestra de ello los carnavales con sus chirigotas, etc.

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