Hace seis o siete años, Carlos Iglesias se destapó como director de cine. Lo hizo con un medido debut, tratando un tema que conocía bien y haciéndolo con sencillez, sensibilidad, humor y olfato para los detalles más representativos. Un franco, 14 pesetas sorprendió y agradó a todo el mundo. Era una buena película, bien escrita, interpretada y contada, acerca de un tema poco explotado en nuestro cine (Vente a Alemania, Pepe y Españolas en París eran los dos títulos más populares hasta la fecha sobre la emigración española a Europa).
Pero si aquella era toda una película, cine pequeño pero con mayúsculas, su secuela se ha quedado en algo parecido a una TV movie. Correctamente producida, pero falta de brío, de situaciones interesantes, de frescura, de intensidad. Pesan sobre el conjunto demasiadas soluciones ramplonas de guión y puesta en escena, y no pocos mensajes-guiño a la actualidad tan obvios que en alguna ocasión diría que resultan "anti-narrativos".
Los personajes que uno querría ver de nuevo desenvolviéndose por Suiza, vuelven a estar allí, de acuerdo, pero tienen ahora muy poco que hacer en pantalla. Y los que se les incorporan, por el sencillo procedimiento de organizar un bautizo, vienen a aportar apenas nada.
Podría haber funcionado la trama paralela del interrail, las diferencias entre el viaje que hizo el padre con su amigo (en busca de trabajo) y el que hace el hijo con el suyo (para disfrutar el veraneo), pero la falta de profundidad o de malicia hace que Iglesias desaproveche, a mi juicio, este camino. Así que solo en algunos momentos aislados funcionan el humor o la melancolía.
En fin, que a 2 francos, 40 pesetas le pasa lo que a la última de Clooney, pero sin Guerra Mundial, sin obras de arte y sin Clooney.
Una verdadera lástima, porque la primera tuvo mucho encanto.
la he visto aprovechando la fiesta del cine
ResponderEliminarflojita flojita