La competidora latinoamericana en los Oscar de 2013 no
tenía opciones de premio frente a Amour de Haneke, pero Pablo Larraín puede presumir
de la película a mi juicio más interesante de todas, abordando el plebiscito
chileno que sacó a Pinochet del poder desde un espacio inusual: las cocinas
creativas de las campañas en televisión a favor y en contra del
dictador.
Material no le falta, porque los anuncios que la película muestra son los auténticos. Y alrededor de ellos, los personajes y su forma de entender el asunto dotan a la narración de un encanto inesperado y permiten echar un vistazo a las diferencias entre la publicidad y la propaganda. NO es también una reflexión jugosa sobre cuál de las dos prefiere el público.
Material no le falta, porque los anuncios que la película muestra son los auténticos. Y alrededor de ellos, los personajes y su forma de entender el asunto dotan a la narración de un encanto inesperado y permiten echar un vistazo a las diferencias entre la publicidad y la propaganda. NO es también una reflexión jugosa sobre cuál de las dos prefiere el público.
Las fuerzas en liza, con sus "querencias" a flor de piel; el creativo y su jefe, profesionales antes que ideólogos, y algunas pinceladas del entorno herido por demasiados años de pinochetismo, redondean una de esas raras películas de intriga en las que se conoce el final de antemano, pero mantienen su interés intacto porque la intriga radica en cómo se llega al desenlace, no en el desenlace mismo.
Lo demás lo pone el magnífico trabajo de Gael García Bernal, vendiendo campañas para un Chile "que cree en su futuro".
A mí "No" me gustó menos de lo que se merecía. Concepto contradictorio que comienzo a reivindicar con cansina frecuencia.
ResponderEliminarEn cuanto a "La gran belleza", crece y crece en mi cabeza. Lo demás ya lo has dicho tú.
Mudo.