Otro tipo de viaje -sin aviones- le cae en
suerte al protagonista de la nueva historia mínima
de Carlos Sorin. Una película aparentemente simple y bien narrada sobre
un hombre de mediana edad que, rehabilitado de su alcoholismo, decide ir a
pescar tiburones en la remota región donde vive su hija, a la que no ve hace
mucho tiempo. Con estos mimbres, un estadounidense te filma una pesca de
escualos en mar abierto que te deja loco. Y Almodóvar no sé lo que te filma.
Pero de esas variantes actuales de la agresividad, aquí no hay nada. A Sorin
le interesa la vida de la gente pequeña y se pone a su misma altura para que
todo resulte hermoso pero discreto, sin un solo subrayado. Hablando para aquellos que prefieran la sugerencia a la espectacularidad, lo cotidiano a
lo imposible.
Ay, Almodóvar está más perdido que Wally en los dibujos...
ResponderEliminarDe Sorín vi hace unos años "Historias mínimas" y me gustó razonablemente, dentro de lo que el cine minimalista puede gustar, que en mi caso tampoco es una barbaridad. Hay una curiosa tendencia dentro del cine sudamericano que prefiere lo pequeño e íntimo (pienso a bote pronto en "Whiskey"). Quizá también por razones económicas, no sé.
Saludos.
www.elcineenquevivimos.es
Interesantísimo apunte sobre la peli de Sorín, que pasa a estar entre mis pendientes.
ResponderEliminarGran crítica, Fercho y buen comentario, Luis. Vuestro comentarios me han llevado a otra peli pequeña, cotidiana, pero quizá algo menos humilde en pretensiones que me gustó bastante: Un mal día para pescar.
He borrado los comentarios de publicidad anglo sobre vaginas.
ResponderEliminarSi hubiesen aparecido en el post anterior, pues oye, hasta habrían estado a tono. Pero en este post no lo veo