Tarantino es un cabroncete juguetón. Siempre lo ha sido.
Capaz, por ejemplo, de escribir guiones estupendos sin que importen demasiado en ellos cosas tan básicas como el argumento, el género o el mensaje de la historia que cada película de las suyas se traiga entre manos. De dirigir a actores encasillados en personajes opuestos a los que él dibuja (a veces incluso encasillados por él mismo en títulos anteriores de su filmografía). De meter la música que, digámoslo a su manera, le sale de la polla. De copiar, reinterpretar y batir todo lo que vio en el videoclub aquel -que a estas alturas debe ser lugar de peregrinación cinéfila- y que sigue viendo aún, supongo que ya en la sala privada del estudio o de su casita californiana.
En muchas ocasiones, este desprecio kamikaze por los convencionalismos le da buen resultado, porque al final prima el conjunto, donde el artificio puro se despliega sobre la pantalla como una mariposa de sangre y todo encaja frente al espectador, que reconoce y agradece la sofisticación popular, la crueldad hilarante, el moderno vintage,... todas esas cosas contradictorias que conforman el sello Tarantino.
Django parte de los mismos mimbres, de esa certeza que el director tiene respecto a su trabajo y que podríamos resumir en "hago un cine molón".
Pues esta vez no, amigo Quentin. Más allá de la superficie, como siempre deslumbrante, Django no mola gran cosa.
Pero no me negarás, Marañón, que el nacimiento del KKK tiene su puntito.
ResponderEliminarPues eso todo lo que dices ni yo lo hubiera escrito mejor... pero ademas me aburri a partir de la 1/2 hora como un sapo.
ResponderEliminarabrazos maestro
atticus
El arranque también era bueno. Prometía una película mejor de la que termina dando.
ResponderEliminarSamuel L. Jackson está fantástico.
Una decepción 'Django', no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!
ResponderEliminarEs verdad, negros: Quentin es un genio con tendencia a lo insustancial. Y la película deslavazada, demasiado larga y bastante mal resuelta.
ResponderEliminarPero tiene unas cuantas paletadas de talento que salvan los muebles (trataré de no colar ningún spoiler): La corrección expresiva del extranjero, su método de cobro en la primera población que sale en la película, el tercer hermano en los campos de algodón, la presentación de Di Caprio, la copita de brandy de Samuel o el as en la manga del pasquín.
Yo me doy por satisfecho hasta la próxima.
Qué papelones los de las mujeres en Django.
ResponderEliminarLo de la hermana de Di Caprio acompañando a la Brunhilda hasta la habitación del doctor es para enmarcar en la vitrina de los despropósitos.
Debo ser el único que no ha visto aún la tarantinada, no me deis más detalles coño
ResponderEliminarAvisa cuando la veas, para entregarnos al debate
ResponderEliminarLa ví anoche.
ResponderEliminarTodavía me estoy limpiando de la cara los chorros de tomate.
Yo también la he visto, gracias.
ResponderEliminar¿Entonces qué? Es un spaguetti de Tarantino y ya está. Te dejas llevar por sus gamberradas y por lo bien que dialoga. Lo demás es pedirle peras al quentin. ¿O no?
ResponderEliminarA mí me parece que a la gente de talento que espacia sus trabajos se les pueden pedir peras y hasta pomelos.
ResponderEliminarQuentin puede hacer lo que se le antoje y eso aumenta su responsabilidad en el resultado.
Aquí, en Django, la primera de la mitad de la película bien, Di Caprio bien pero para nada en especial y el último tramo vengativo es un descojono, por decirlo con cariño.
Últimamente, este muchacho lo resuelve todo con explosivos. Me está empezando a preocupar.
ResponderEliminarDe los raps esos que coloca donde caigan, ya ni hablemos
ResponderEliminarOjo a Lincoln: BUENÍSIMA
ResponderEliminar