Fernando Trueba es un
cineasta interesante y versátil que llevaba tiempo sin acertar, si exceptuamos
sus ejercicios en torno a la música, esos nunca le fallan. Con ésta, El
artista y la modelo, Trueba regresa a la ficción y al pasado, despojándose
de cualquier tic, del color y hasta de la música, para componer en francés la aventura
crepuscular de un viejo escultor frente al reto de modelar el cuerpo de una
joven en luminosa plenitud.
El tratamiento en blanco y negro, la ausencia casi total de banda sonora y la tranquilidad de los planos que presentan el escenario de la historia, serenan la mirada y el espíritu del espectador en pocos minutos como lo haría el reloj oscilante de un hipnotista. Y entonces, si no eres de los que se duermen, te ves inmerso y entregado a una historia sencilla, cuajada y emocionante. Un relato casi susurrado sobre la creación, la juventud, la sabiduría, la amistad y el amor.
El artista lo interpreta Jean Rochefort, una elección insuperable (sólo Fernán Gómez hubiera estado a su altura), pues lleva una vida completa de éxitos y desengaños prendida en los ojos. La modelo es Aida Folch, que sigue en racha con este papel donde trasciende magníficamente la constante exposición de su cuerpo. Las veteranas Lampreave y Cardinale demuestran lo que saben hacer las grandes actrices con que les den un par de escenas y, de paso, lo bien que le habría sentado al conjunto aprovechar a Claudia y a Chus para un par de escenas más.
Aunque con el momento que comparten a solas el artista y su modelo frente a un boceto de Rembrandt, la película ya merece la gran carrera que va a tener.
(La versión original de este artículo apareció en experiensense.com, como parte de mis crónicas sobre el Festival de Cine de San Sebastián 2012).
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar