Atraco, de Eduard Cortés, es una
coproducción hispano-argentina que pudo ser excelente película de género
contando un falso atraco para proteger las joyas de la Perón, pero queda en
historia de las que interesa a rachas, divierte con algunos momentos logrados y
afloja (aunque no naufraga), en partes que deberían emocionar o elevar la
tensión. Probablemente influya que ese Madrid que podríamos ubicar entre la
posguerra y el desarrollismo evoca inevitablemente a un Amar en tiempos
revueltos con mejor presupuesto, diría que hasta algún actor repite.
Eso sí, Guillermo Francella (descubierto para España
por El secreto de sus ojos), compone un buen personaje, ese
peronista de pistola que se la juega sin pestañear aun cuando sabe que le
tocará perder.
Y Amaia Salamanca sigue guapísima, esperando su
oportunidad en una película aún sin escribir.
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