Polanski se encierra como suele en sus mejores películas y recurre a un buen libreto teatral y a cuatro actores de primera fila para mostrar con humor y crueldad lo que hay bajo la cáscara de la corrección política en el mundo avanzado. Lo hace en menos de 80 minutos y puede que le sobren tres o cuatro.
Al final, los límites a su ansiada armonía se los pone a sí misma la humanidad salvaje: Antes de revestirse de modales, los niños se dan de hostias en el parque y resulta curioso lo de los modales, porque después de un par de whiskys los padres también se liberan de ellos.
En fin corrosión concisa, divertida y un punto deprimente. Para rubricarlo, hay un quinto personaje: el teléfono móvil. De hecho, es quien cierra la discusión.
Os dejo, que me está sonando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario