Ciudad de vida y muerte, del director Chuan Lu, es un peliculón en todos los sentidos. Porque últimamente los directores chinos parecen competir entre ellos por ver quién hace la batalla más grande, el hecho histórico más trascendente y reúne la mayor concentración de extras no digitales del cine asiático y, si se puede, mundial. Por supuesto, es condición sine qua non que la película sea larga. Ésta dura algo más de dos horas que parecen tres. No porque sea mala, que es buenísima, sino por lo que cuenta: nada menos que el asesinato de 200.000 personas de la ciudad de Nanking en el enfrentamiento chino-japonés de los años treinta. Y prácticamente ves ejecutar a todas.
La película está realizada en un poderoso blanco y negro, tiene un banda sonora espléndida y sigue la estela dramática de La lista de Schlinder, Salvar al soldado Ryan y Enemigo a las puertas en el tratamiento realista del tema. Pero llega más lejos aún en la acumulación de atrocidades bélicas. Seguramente es necesario verla, pero ya advierto que no es para comer palomitas, porque a los pocos minutos y hasta su conclusión, te falta saliva para poder tragarlas.
La película está realizada en un poderoso blanco y negro, tiene un banda sonora espléndida y sigue la estela dramática de La lista de Schlinder, Salvar al soldado Ryan y Enemigo a las puertas en el tratamiento realista del tema. Pero llega más lejos aún en la acumulación de atrocidades bélicas. Seguramente es necesario verla, pero ya advierto que no es para comer palomitas, porque a los pocos minutos y hasta su conclusión, te falta saliva para poder tragarlas.
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