La ví en Málaga y la he visto en su preestreno en Madrid y lo más significativo a mi parecer es que las risas se percibían igual de contundentes en los dos escenarios. Risa genuina, agradecida y cómplice, de cuando la comedia se te mete dentro y te zarandea en su tio vivo sin marearte ni cansarte. De cuando recomiendas la película y estás dispuesto a acompañar al novato/a hasta el cine para repetir, porque sabes que la risa volverá a tus labios.
A Cobeaga no se le ha subido a la cabeza la reputación de cortometrajista de calidad a la hora de abordar su primer largo. Se ha metido con humildad y buen paso en una historia sencilla de la que se podía sacar partido y vaya si lo ha hecho. Le apoya, además del guión más fresquito de los últimos veranos patrios, un reparto de comediantes más o menos curtidos, pero sobre todo solventes: Gorka llega a un nivel que le expone al encasillamiento, Julian López le lleva el caso con patético donaire, Kity Manver se arrima con el texto menos torero de la función, Sabrina Garciarena es adorablemente injusta y Ladoire da una lección magistral de lo que un secundario hábil puede hacer por una película. Lo de María Asquerino -un talento salvaje- es aparte, una sola frase y toda la mala leche que una actitud ante la pantalla es capaz de comunicar la convierten en el pepito/ogro grillo perfecto del Pagafantas.
En fin, que no quiero seguir piropeando la peli a ver si luego váis y no os parece para tanto. Ésta no es de Billy Wilder ni de Apatow ni creo que lo pretenda, ni tampoco lo necesita. Eso sí, no me imagino a ningún espectador que no ría al menos por el doble del precio de la entrada.
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