Lo único que no le ha lucido a John Krasinski es el título con el 2 de baldón. Lo demás, perdido el factor sorpresa, trata con respeto al espectador. Lo hace hasta en las ideas cazadas de otros títulos, como esos depredadores humanos salidos de La carretera. No hace falta aclarar a qué se dedican, si a torturar incautos, violarlos, comérselos o ponerlos de cebo para tocar a más conservas del híper abandonado del poblacho próximo. Basta verlos en acción, sus caras y maneras, para saber que son lo peor después del ejército alienígena.
Los alienígenas se exponen más esta vez, pero la obligación de no hacer ni el más mínimo ruido sigue valiendo oro en las escenas de tensión. Habrá tercera parte, porque esto podría durar lo de The Walking Dead. De hecho, no me extrañaría que Krasinski estuviera ya viendo ofertas para franquiciar su gran idea en cine o tele y pasar a otra. Cuanto antes mejor, John, en lo siguiente que hagas estás obligado a sorprendernos, no bastará con ponerle al lugar tranquilo un 3.
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