martes, 31 de marzo de 2015

El pasado


Un regreso para firmar el divorcio, unos hijos desconcertados ante los sentimientos de los adultos y un misterioso intento de suicidio. Material suficiente para construir una película hipnótica sobre lo que las relaciones de andar por casa pueden complicar la vida de personas corrientes, con sentimientos, secretos y conversación.

En esta nueva historia de Asghar Farhadi ya no estamos en Irán y las reglas locales no influyen sobre el argumento. Pero la intriga y los desencuentros -emotivos y de convivencia- vuelven a fluir con impresionante sencillez para hacer atrayente la vida de sus criaturas. Para que las sigamos en su lucha por desenvolverse y ser medianamente felices, mientras se desentraña el misterio.

Farhadi dirige con excelente pulso y a ras de suelo, con precisión narrativa y sin alardes. Prescinde de músicas enfáticas, posiciones de cámara para su lucimiento, estrellas ejerciendo de tales. El drama se expone con una naturalidad pasmosa, incluso en aquellos aspectos más delicados o inverosímiles, desarmando al espectador con el estupendo trabajo de los intérpretes y otro de sus bellísimos finales.

Farhadi es un contador de historias sobre pequeños seres en este loco mundo. Y su locura bien merece acudir a la oscuridad del cine, que pronto será también cosa del pasado.


sábado, 28 de marzo de 2015

Cenicienta


Solo los anglosajones son capaces de convertir la cursilería en arte. Con convicción, presupuesto, lujo visual, secundarios sobreactuadamente odiosos, unas pizcas de humor y emoción (no demasiadas) y un absoluto dominio de ese universo entre mágico e imperial que parece coto exclusivo de su imaginería narrativa.

Cenicienta, versión 2015 con actores reales, funciona porque no inventa ni revisa el clásico (para que nos entendamos, no transforman a Maléfica en Benéfica, ni añaden ninguna batalla pseudoélfica a capón), pero tampoco deja nada al asombro o la maravilla por ese mismo sentido de lo seguro: "Tenemos el amor entre un príncipe encantador y una plebeya huérfana, una malvada elegantona con hijas-bufón, un baile palaciego y un hada madrina haciendo de las suyas, para qué queremos más".

Con dinero grande, fe calculada (=guion básico) y una dirección artística apabullante, el resto queda en manos del reparto. Que la chica transmita generosidad tiernecilla, el príncipe ponga galantería blanca e inocua y la madrastra y sus hijas añadan veneno cómico sin apenas papel. Pespuntean el desarrollo el venerable rey (Derek Jacobi, solvente como suele), el chambelán (único personaje reinterpretado) y un capitán de raza negra que parece estar allí para cubrir la cuota.

Si la crítica está empezando a adquirir cierto cinismo se debe fundamentalmente a mi sexo y edad. Cualquier niña hasta las doce años levitará con esta Cenicienta. Los padres tenemos que mirar la pantalla a través de sus ojos y, si no lo logramos, aplicarnos el lema de la protagonista: Ser generosos y tener valor

O sea, pasar por taquilla.



jueves, 26 de marzo de 2015

Cercano Oeste


Hoy toca libro, una pequeña joya que acabo de terminar.

Tengo el placer de conocer a su autor, Pablo Andrés Escapa, en persona. Un tipo cabal, sosegado y sagaz que escribe relatos magníficamente, aparte de contar con una novela muy recomendable titulada Gran circo mundial, y que me regaló en nuestro primer y único encuentro hasta la fecha un ensayo editado por Camparredonda titulado Cercano Oeste.

De eso hace más de dos años. Empecé el libro enseguida y enseguida comprendí que no era para leer entre estaciones de metro y llamadas de móvil. Así que lo puse a reposar. Al fin he tenido el tiempo y la predisposición de espíritu adecuados para leer Cercano Oeste como se debe: a ritmo de carreta colonizadora.

Pues bien, he llegado al final del viaje y, antes de prender una cerilla en la viga del porche para expulsar el humo del cigarro hacia el desierto, os daré mi opinión sobre lo leído y recordado: He aquí un ensayo hondo, preciso y emotivo como no me topaba hace mucho tiempo. Absolutamente delicioso, en el fondo y en la forma, en el paisaje y en el paisanaje, está exquisitamente escrito, lleno de agudeza analítica y evocación poética.

Escapa no se limita a efectuar un inventario de las películas más célebres y de los clichés establecidos por el western, aunque se mencionen muchos de ellos y del texto pueda extraerse una lista de títulos imprescindibles para cogerle el pulso al género y paladear sus obras mayores, sino que además se sumerge en las razones últimas de su valía artística, antropológica y sentimental. Lo hace sin pedantería, pero sin liviandad, lo que para mí tiene doble mérito.

De su lectura puede concluirse, entre otras muchas cosas, que el western no está solo en el territorio fabuloso y fabulado de la frontera colonizable a mediados del XIX americano. A poco que lo piense, cualquier cinéfilo de cierta edad y un pasado mínimamente rural se dará cuenta de ello. Por eso muchos de nosotros, ante ciertas películas, sentimos tan cercano el Oeste. Ya lo resumía bien Borges en “El forastero”:

Esa noche, sus ojos contemplarán en un rectángulo de formas que fueron, al jinete y su épica llanura, porque el Far West abarca el planeta y se espeja en los sueños de los hombres
que nunca lo han pisado.


domingo, 22 de marzo de 2015

Dallas Buyers Club



A veces los Oscars se comportan como deben y premian aquello que lo merece. Dallas Buyers Club, que dejé sin reseña en su estreno y que he vuelto a ver esta semana, es una película de intérpretes y en especial de los premiados Matthew McConaughey y Jared Leto.

La historia, necesaria o interesadamente simplificada, viene a contar las diferencias irreconciliables entre la Administración y los afectados ante una emergencia sanitaria tan letal como el sida, con farmacéuticas de fondo. Unos tratan de organizar la respuesta regulada a la pandemia y otros se limitan a sobrevivir. Los terceros en discordia van al negocio, aunque no comparezcan explícitamente ante la cámara.

El cowboy que encuentra un consejero médico en México y pone en marcha un tinglado para automedicarse y resistir es un gran personaje. Su aliado travestido también. Las certezas que se despachan de uno a otro, insultándose, mirándose y abrazándose, son el zumo de esta película algo esquemática pero plena de crudeza y determinación.

El ser humano como individuo por delante de la organización social, una vez más y a la estadounidense manera, pero con cuerpos y rostros que exudan autenticidad.

Creo que un año de reposo le ha sentado bien a mi crítica. 

martes, 10 de marzo de 2015

El viaje de tu vida



Estamos acostumbrados a la intensidad y el fragor de la epopeya entendida como algo cada vez más cercano al video juego. Lo que se susurra o se cuenta sin subrayados ni excesos de banda sonora, con el diálogo justo y un ritmo sosegado y comtemplativo, queda relegado en el mejor de los casos a la categoría de “agradable de ver”.

A ésta pertenece El viaje de tu vida, una película que se estrenó hace unos meses sin demasiado ruido ni éxito, tras pasar por la Mostra.

Es verdad que le faltan elementos a la película que la hubieran elevado notablemente: los motivos de la protagonista para emprender su viaje de 3.000 kilómetros por el desierto de Australia hasta la costa del Índico quedan algo confusos (parece una "nini" de hoy más que una jovencita setentera). Su pasado traumático aporta poca cosa y su misantropía es variable. Pero el viaje a calzón quitado con sus camellos y su perro merece verse.

Tranquilamente, sin apenas descubrimientos ni personajes, con el calor y la soledad presidiendo la expedición, consigue mantener el interés en todo momento por esta chica rubia de escaso atractivo personal (ni siquiera es un personaje simpático), y emocionar en no pocos momentos. No es que sea el viaje de nuestra vida, pero uno concluye que sí debió ser el suyo.

Pues eso: “agradable de ver”. Lo que a muchos les parecerá poco y a mí por esta vez me basta.


lunes, 9 de marzo de 2015

Corazones de acero


Corazones de acero está muy bien realizada y tiene la guerra de su parte. El reparto cumple con creces, con Pitt y LaBeouf a la cabeza. Ambientación, localizaciones, batallas, todo con la solvencia de una producción norteamericana pensada para la taquilla, con el obligado toque de bouquet mezcla de barro, sangre, pólvora y nihilismo.

Pero después de un encadenado de secuencias bastante sólido -aunque no muy original- sobre la atrocidad de lo bélico, que llega hasta el duelo de tanques, la película se mete en un festival de muertes que revuelve las tripas. Me recuerda a la película que Tarantino atribuye en Malditos bastardos a la propaganda nazi, en la que se narraba la gesta de un francotirador alemán que mata a 300 enemigos él solo, cargando las tintas en cada hombre abatido para solaz de Adolf y sus acólitos. 

El efecto que produce esta escaramuza final en Corazones de acero es igual de desagradable, aunque los héroes en minoría sean estadounidenses y el guión le cuelgue al batallón entero los galones de la SS, para darle un barniz de justicia a la matanza. La frase "Es mi hogar" que sirve de acicate a los tripulantes del tanque para no abandonarlo y desparramarse en ese último heroísmo encarnizado y grimoso, sólo puede encajarle a la consabida parroquia.

En Sahara (1943), Bogart hacía el papel que hace aquí Pitt, pero además de dotarlo de muchísima más humanidad, conseguía en el enfrentamiento del último tramo que el batallón alemán se rindiera con ayuda de la sed. En Corazones de acero, a pesar de que la película no se rueda como propaganda ni en mitad de la guerra, no tienen ningún pudor en barrer con la ametralladora a docenas por minuto y recrearse haciéndolo. 

Malos tiempos para la sutileza.