Lo que empieza a sobrar en las comedias románticas norteamericanas es el
abuso de los clichés: Chico conoce chica, se tantean, se gustan, salen hasta
que uno de ellos comete un error, rompen, se reconcilian, fin.
La película que cierra la carrera de James Gandolfini es
una comedia amable sobre las relaciones entre divorciados. Tiene un buen
reparto, algunas ideas interesantes y un desarrollo grato aunque reiterativo.
Que la pareja sea de mediana edad no la hace más original ni novedosa.
Pero su principal problema es que la protagonista encarnada por Julia
Louis Dreyfus se equivoca de forma poco creíble en lo
esencial y todo el mundo lo tiene claro menos ella. Esto lastra la historia en
pantalla de forma irremediable, porque el humor no lo compensa suficientemente,
es demasiado escaso y ligero.
James, por descontado, demuestra su capacidad para construir un personaje
atractivo con apenas nada. Era un actor de presencia, en todos los sentidos.
Cuando él aparece, sí que sobran las palabras.
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