Una nueva propuesta de animación española para toda la familia aterriza en la cartelera de septiembre, cuando probablemente los bolsillos paternos ya estén exangües, azotados por la escalofriante vuelta al cole.
Al margen de esta circunstancia que nos pone las cosas aún más difíciles a algunos, se produce cierta sensación de fin de era cuando un viernes a media tarde, en el recibidor de unos multicines con 15 salas, el despacho de bebidas y palomitas es al fin lo que por sus precios siempre debió ser: un negocio sin clientela.
Y esa sensación de desastre a cámara lenta se acentúa en la sala grande para una de estreno como Justin y la espada del valor, en la que el aforo no llega a cubrirse en un treinta por ciento.
Esto ya no tiene que ver con si el público apoya o rechaza el cine español (la película podría pasar perfectamente por un título de animación de Dreamworks o de Fox). Es otra cosa. Es un precio por entrada que la mayoría de los que eran clientes de los cines ya no considera asumible, enfrentado a un sistema de pirateo sistemático por tierra, mar y aire cuyo aprovechamiento ningún ciudadano cree censurable más allá de la anécdota.
Esto tiene que ver con un mundo lleno de leyes que no sirven de nada, del cual han desaparecido los auténticos caballeros camino del exilio para envejecer entre la dignidad y la nostalgia, mientras esperan con bastante poca fe algún tipo de milagro.
De eso va Justin y la espada del valor, en cierto modo. De un joven que quiere vivir de un modo distinto al de su tiempo y vuelve los ojos hacia el pasado, cuando los paladines defendían con su espada el reino, despertando la admiración general y erigiéndose en ejemplos a imitar. Vamos, un tiempo idealizado y desde luego extinto.
Justin, ya digo, es técnicamente tan buena como las norteamericanas, creo que los esfuerzos en animación de España desde hace ya varias pelis (Planet 51, Tadeo Jones,...) son hoy por hoy los únicos que se pueden comparar a los que hacen Dreamworks, Fox o Universal para alcanzar a la inalcanzable Pixar.
Y la historia, sin ser demasiado original, es la que debe ser, con su joven rebelde, su sueño heroico, los viejos maestros, el villano megalómano, sus secuaces, el mago atolondrado, la reina justa y la chica lista. Se agradece además que no esté plagada de chistes con guiños a la actualidad o al cine adulto para complacer a los padres acompañantes.
Es, en definitiva, una película bien contada y bonita de ver, que mejoraría sus ritmos con algo más de dinero, pero que despliega un imponente nivel de detalle en los escenarios, los personajes y las situaciones. Es decir, que trata a su público -artística y narrativamente- como hay que hacerlo: con absoluto respeto.
Por desgracia el público, diezmado por la crisis, la voracidad impositiva de los que viven en la ciudadela, y –a falta de caballeros- una creciente multitud de coartadas morales que minan su sentido de la honradez cotidiana, ya no respeta las películas.
Sala a un 25% el viernes de su estreno. En unos días, número uno en descargas. Pagando por verlas en el cine, uno casi se siente merecedor de la espada por la que lucha Justin.
CODA: Mejor posición de taquilla tendrá este fin de semana 2 guns, cuya esencia (o el guión todo), se resume en su cartel: una estrella negra, una estrella blanca, armas de fuego y billetes de 100 dólares volando por los aires. La fórmula con la que inexplicablemente Hollywood ha copado el mercado mundial del cine, Festivales aparte.
(Ayer, por cierto,
empezó el de San Sebastián).
Jo, veo que hasta los dibujos animados ves, qué bárbaro, yo últimamente no he ido al cine, a ver si veo "Mud", que ponéis todos por las nubes.
ResponderEliminarEso sí, estoy volviendo a Howard Hawks y, macho, qué deleite.
¿Sabes algo de Atticus? No se prodiga mucho en los últimos tiempos, tampoco en su blog.
Saludos.
Hawks es muy superior a lo de Mud.
EliminarNo sé nada de Atticus, hasta le escribí al ver que no hace nuevas reseñas desde hace muchos días.
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