He leído que las ayudas al cine
español en este año que acaba fueron de 49 millones de euros. De las muchas que
se estrenaron, ocho películas (Lo imposible, Las aventuras de Tadeo Jones, Tengo ganas de ti,
Blancanieves, El artista y la modelo, Rec 3, Luces Rojas y Grupo 7) suman hasta
el momento 74,5 millones de beneficio en nuestra taquilla, aunque casi la
mitad de ese dinero corresponde a la de Bayona, y la recaudación de Tadeo Jones añade millones (17), hasta superar holgadamente -sólo esas dos películas- el total en ayudas de dinero público.
Algunas de estas películas prácticamente han terminado ya su recorrido nacional,
y otras pueden arañar aún varios cientos de miles de euros (Lo imposible
arañará incluso algún millón más). Y al menos la mitad de ellas harán
carrera en el extranjero, creo que con bastante suerte: Tadeo Jones ya está en
ello en China y Corea, y Tengo ganas de ti ha recaudado 1 millón de euros en México desde su estreno, para sumar a los más de 12 que acumuló en España.
No sé cuánto han percibido en
ayuda estas películas en concreto de ese total de 49 millones que se
repartieron para este año terrible. Ni cuanto más ha tenido que salir de otras
fuentes de financiación para completar su presupuesto (lo que nos daría la idea
más precisa de su rentabilidad real). Pero la proporción entre subvenciones y retorno,
en conjunto, me parece favorable. Incluso caso por caso, como en Blancanieves y
El artista y la modelo, que apenas llegan cada una a día de hoy al millón de euros
recaudados en España, me parece que el retorno (de otro tipo) compensará a la
larga.
Existen también muchas pelis que
recibieron ayuda para estrellarse luego por diferentes motivos: su mala
calidad (un motivo que los profesionales nunca admiten), su promoción deficiente, su poca o nula distribución o un productor
ventajista cuya película no le importa tanto como hacer la caja antes de
empezar. Pero creo que algunas de esas películas que comercialmente han sido un
fiasco son más que dignas, algunas incluso notables, y merecieron mejor suerte.
Estoy pensando en 6 puntos sobre Emma, Silencio en la nieve, El mundo es
nuestro, Los niños salvajes, Arrugas,…
¿A dónde quiero ir a parar? No
estoy muy seguro. Comparto con muchos que la política de subvenciones, al cine
y a otros sectores de nuestra producción nacional, es una mala política. Sobre
todo si se toma por costumbre –como así se hizo- y además tolera el fraude, que no todo
el mundo practica, pero que se da, haciendo películas inviables o plantando en
un campo donde ya se sabe previamente que se perderá la cosecha. Pero también creo que el discurso
permanente de que el cine es un pozo sin fondo de pérdidas, sus profesionales
un montón de caraduras y pedigüeños, etc. es un planteamiento simplista y
maniqueo que se ampara, como tantos de nuestro país, en el rencor político o social. La falta
de consideración hacia el otro que se estila aquí en cuanto la política sale
por la boca de cualquier personaje público (empezando por algunos actores
monocolor), y la poca consideración que el otro le devuelve en justo pago, han
enmierdado este asunto como la mayoría de asuntos que requieren análisis,
revisión y nuevas soluciones sin partidismos ni bobadas.
Creo que es importante pensar, por ejemplo, en cómo se valora un fracaso. Acabo de ver una entrevista a Soderbergh hablando de los cinco fracasos de taquilla que encadenó tras la fulgurante Sexo, mentiras y cintas de video, en la que dice: "Lo siento por la gente que está empezando. Se espera que arranques a toda potencia, no es nada realista". Eso, sin entrar en cómo se puede juzgar de antemano si la película que se apoya va a ser un fracaso o un éxito. Y sin obviar tampoco que el amiguismo, el politiquerío, los clanes y todas esas taras tan españolas, influyen de un modo dañino en decisiones ya de por si difíciles en cuanto a sus posibilidades de acierto y de error.
En cualquier caso, estaría bien qué alguien nos
dijera sinceramente –no lo harán, porque no lo hacen con nada- cuántos beneficios deja el
sector audiovisual español a las arcas del Estado, que estoy seguro que algo deja.
Cuánto ganan nuestras películas en su recorrido internacional, porque bastantes
lo tienen. Cuántos reconocimientos dentro y fuera de España recogen.
De lo publicado y conocido resumiré que, en poco más de una década, el cine español se ha llevado con distintos títulos 5 oscars en diferentes categorías (película, actriz, guión, maquillaje, dirección artística) y ha sido finalista en largometraje, cortometraje y hasta película de animación. Ha cosechado premios de interpretación, guión y dirección en Berlín, Venecia y Cannes. Y también ha recogido Baftas, premios del cine europeo y muchos más en otros festivales o premios nacionales e internacionales con los que no voy a aburriros. Y el pequeño y cuestionado Bayona ha hecho con 30 millones una película que parece de 300 (debe ser que los técnicos españoles saben currar).
En fin, que yo 49 millones de euros, que ahora serán 30 o por ahí, y que inevitablemente acabarán ni siendo, los daría por bien empleados para seguir disfrutando del puñado de buenas películas (comerciales o no) que el cine español nos ofrece cada año, una cantidad de buenas películas porcentualmente similar a la de cualquier cinematografía con la que se nos llene la boca. Mucho más dinero y para nada nos cuestan los aeropuertos sin aviones, los aves sin pasajeros, y los consejos de administración de ciertos tinglados que en seguida nos vienen a la mente. En esos frentes, como desde luego en el del cine, estaría bien ir quitando de en medio a los jetas.
Pero mientras las ayudas económicas aún continúen, no diré (como el político que así despachó el gasto de los traductores del Senado), que esa cantidad de millones “no es dinero”, pero es que estoy seguro de que ese dinero trae más dinero. Y a veces, hasta permite reír, reconocerse, soñar… o derramar una lágrima por la Blancanieves torera.
CODA: Dicho lo cual, creo que sería oportuno que tanto Lo imposible, como Las aventuras de Tadeo Jones, como Tengo ganas de ti, renunciaran a las subvenciones (a las que hayan cobrado y a las que les queden por cobrar) a la vista de sus beneficios más que asegurados. Independientemente de que su productoras soliciten ayudas para nuevos proyectos, por si no tienen tanto éxito la próxima vez.