La del Oscar a la mejor película extrajera llega por fin a las salas españolas. Una buena historia con material dramático de gran calibre (la asistencia sanitaria en África) que sin ese galardón hollywoodiense probablemente nunca hubiéramos podido ver en nuestros cines y de la que, si se hace remake con George Clooney en el papel del médico, aún sin Oscar recaudará 20 veces más en todo el mundo de lo que puede recaudar esta cinta danesa.
Una de invasión extraterrestre a todo trapo, trapo norteamericano-of course, cuyas imágenes bélicas –profusas en el trailer- suenan a vistas en diferentes películas anteriores sobre el asunto (parece que la hubieran hecho al estilo Corman, con retales de otras ya estrenadas, pero no, seguro que han rodado con unos cuantos cientos de millones) y que se suma a un género que se ha convertido en el refugio cinematográfico que emplea últimamente Estados Unidos para ofrecernos un ejército profesional con buena prensa, salvador de los débiles y justo en sus batallas, desde que el cine post-Irak empezó a difundir un tipo de marine bastante loco, de gatillo fácil y desconcierto ideológico creciente. Cada vez que estrenan una de éstas me hago la misma pregunta ¿Porqué los extraterrestres siempre invaden EE UU lo primero? Hay un momento del trailer en el que se dice la dramática frase "¡No podemos perder Los Ángeles!" que dan ganas de rematar diciendo "Porque allí está Hollywood, maldita sea!!"
Frente a la oscarizada y la catastrofista, tres pequeñas propuestas llamativamente entrañables y a buen seguro minoritarias: Un festival mítico de heavy metal – el Wacken- proyectado en 3d, al que se le añade una pequeña ficción de cuatro chicas con su grupo de rock acudiendo al festi. Idea entre el documental, el evento alternativo para salas y la ficción rockera, que ha surgido en ¡Aragón! y que me intriga aún ahora que mis discos de los Maiden han dejado de sonar. En fin, como suele decirse: muy heavy.
Una película chilena aparentemente sencilla, que habla quedo, con ritmo de vida corriente y que es Goya a la mejor película iberoamericana. Como con la danesa y su Oscar, seguramente no habría llegado a estrenarse de no ganar ese Goya (va a ser que el Goya sirve de algo, luego ya veremos quien paga la entrada).
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