Hopper pasaba por aquí (pongamos, por poner, en 1982), tomándose su tiempo para desarrollar los vicios en otras versiones que la mejicana, y se topó con Zulueta. Las cosas suelen ser de este pelo: Alguien te recoge del aeropuerto como a una figura medio mítica de ese star system que siempre nos deslumbra, aunque rezume oscuridad, y el cicerone –que debería tener cronista propio- lleva al drogota semi mítico al bar donde se autodestruyen los rebeldes locales que además saben inglés. Y Dennis se sienta junto a Iván después de una raya y presto al bourbon, al ron, al vino, o a un cockail que lo contenga todo.
La diferencia primordial es que Iván ha visto Easy Rider pero Dennis no ha visto Arrebato. Eso le da puntos a Zulueta. Soy más maldito que tú, hijoputa, siempre seré más maldito. Eso vale otra loncha a cuenta de Hopper.
Puedes tirar tu carrera por la borda en una industria que contempla una partida del presupuesto de marketing para los que tiraron su carrera por la borda. Pero si inventas en España un cine sin escuela, incluso con ella, y te desbocas de forma notoria, nadie te rescatará para la industria, ni por una subvención. En un rapto americanizado, lo harán para el homenaje final, póstumo o con garantías de serlo. Pero eso es todo y todavía está por ver. Así que Dennis, tío, tú has tenido una moto, un rodaje enloquecido en Filipinas, una resurrección para el encasillamiento en Terciopelo azul –eso aún no, pero es cuestión de tiempo, no te metas tu raya y la mía, aunque pagues tú la papelina, gringo cabrón- y yo sigo intentando poner otra película en la mesa de un productor que sólo sabe de marisco y putas. No jodas y sácame una foto aunque no la expongas nunca.
Dennis pudo venir antes de San Sebastián a San Sebastián. Pudo ponerse tibio con Zulueta y flipar con sus carteles. Pudo pedir años más tarde un cartel de Zulueta para su regreso a la dirección y meterse la idea en el culo cuando el estudio le dijo cómo funcionaban ahora las cosas. Y Zulueta murmurarle, Dennis tío, eres un mierda pero así es el negocio, aquí, en Hollywood y en Kafiristán cuando hagan cine. Ya no me pongo y tú tampoco. A ti te van a convertir en leyenda y a mí también, probablemente y para nada. Así que para qué joderla. Coge la moto y pisa a fondo hasta tu casa de Malibú. Yo me fumaré un porro por ti.
Y ahora se lían otro, en el bar de un cine del infierno que imagino multisala de estrenos doblados al 3d. Dennis Hopper – Iván Zuleta, dos genios desaprovechados aprovechándose del último grifo de cerveza, aunque la sirvan en vasos de plástico, en honor de una sesión doble que no proyectan allí: Easy Ryder – Arrebato. Olé vuestros huevos.
P.D: Iván, tío, al final vi tu peli. No me mientas, Dennis, coño, y pasa el canuto.
La diferencia primordial es que Iván ha visto Easy Rider pero Dennis no ha visto Arrebato. Eso le da puntos a Zulueta. Soy más maldito que tú, hijoputa, siempre seré más maldito. Eso vale otra loncha a cuenta de Hopper.
Puedes tirar tu carrera por la borda en una industria que contempla una partida del presupuesto de marketing para los que tiraron su carrera por la borda. Pero si inventas en España un cine sin escuela, incluso con ella, y te desbocas de forma notoria, nadie te rescatará para la industria, ni por una subvención. En un rapto americanizado, lo harán para el homenaje final, póstumo o con garantías de serlo. Pero eso es todo y todavía está por ver. Así que Dennis, tío, tú has tenido una moto, un rodaje enloquecido en Filipinas, una resurrección para el encasillamiento en Terciopelo azul –eso aún no, pero es cuestión de tiempo, no te metas tu raya y la mía, aunque pagues tú la papelina, gringo cabrón- y yo sigo intentando poner otra película en la mesa de un productor que sólo sabe de marisco y putas. No jodas y sácame una foto aunque no la expongas nunca.
Dennis pudo venir antes de San Sebastián a San Sebastián. Pudo ponerse tibio con Zulueta y flipar con sus carteles. Pudo pedir años más tarde un cartel de Zulueta para su regreso a la dirección y meterse la idea en el culo cuando el estudio le dijo cómo funcionaban ahora las cosas. Y Zulueta murmurarle, Dennis tío, eres un mierda pero así es el negocio, aquí, en Hollywood y en Kafiristán cuando hagan cine. Ya no me pongo y tú tampoco. A ti te van a convertir en leyenda y a mí también, probablemente y para nada. Así que para qué joderla. Coge la moto y pisa a fondo hasta tu casa de Malibú. Yo me fumaré un porro por ti.
Y ahora se lían otro, en el bar de un cine del infierno que imagino multisala de estrenos doblados al 3d. Dennis Hopper – Iván Zuleta, dos genios desaprovechados aprovechándose del último grifo de cerveza, aunque la sirvan en vasos de plástico, en honor de una sesión doble que no proyectan allí: Easy Ryder – Arrebato. Olé vuestros huevos.
P.D: Iván, tío, al final vi tu peli. No me mientas, Dennis, coño, y pasa el canuto.
Vaya fotografía que has conseguido de Dennis, nunca se le vio tan salvaje, y con esa mirada, tan vulnerable. Quizá, sea la que mejor describa al actor, a fin de cuentas.
ResponderEliminarLa de Iván también mola. Debería habérsela hecho Dennis.
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