sábado, 17 de octubre de 2009

Yo, también


Cuando un par de tipos, de los que nadie había oído hablar fuera del circuito de cortometrajes, cogen la historia de un hombre con síndrome de Down y le meten a Lola Dueñas y una banda sonora de la cantera de Elefant Records, es que lo tienen claro: Van a clavarte a la butaca.

Y lo hacen.

Daniel es todo un personaje, vital y cinematográfico. Sus deseos, los de cualquier persona a su edad: desenvolverse en el trabajo, seguir la liga de su deporte favorito, cultivar sus aficiones y tener una pareja con quien compartir todo eso. Y aquí tenemos a Laura, un desastre de tía que se defiende como puede, dando tumbos de copa en copa, de ligue en ligue, de norma en norma. Sólo necesita una oportunidad, un afecto sincero, una sonrisa cómplice. Exactamente lo que le ofrece Daniel. Pero Daniel tiene el síndrome de Down y ella no. La película está servida y recorre los ambientes particulares y compartidos de ambos, se marca un par de tópicos, rompe otros cuantos, enfoca hacia familiares sensatos (los de Daniel) o despreciables (los de Laura), se ríe de la sobreprotección y a la vez la disculpa, la canaliza. Y por encima de todo, suena la música mientras unas manos regordetas aprietan un bote de crema solar, dibujando sobre la espalda ciega de la amada un enorme y hermoso corazón...

Lo demás no importa demasiado: las historias paralelas de la escuela de danza o del secreto terrible que agoniza en Madrid, el sueño erótico desentonando sobre el resto (único patinazo llamativo de la cinta), hasta el portero de discoteca haciendo lo que suele apenas añade nada.

La película, la gran historia, son Daniel y Laura, Pineda y Dueñas derrochando autenticidad, coña fina, desgarro y emoción. Se encienden las luces de sala y querrías tenerlos por amigos para tomar junto a ellos unas cervezas y trasladarles una opinión afin:
- ¿Creéis que la vida se pone a veces muy cabrona, pero hay que ser optimistas? Yo, también.






No hay comentarios:

Publicar un comentario