Dos directores veteranos de nuestro cine acaban de sacar película.
Antonio Hernández se marca un thriller bastante original, apoyado en un buen reparto, parajes hermosos y unas cuantas licencias ficcionales. Agustín Díaz Yanes, más autor, tira de realidad histórica reciente para hurgar en la ponzoña etarra y sus puntos débiles, con heroína interpuesta.
Los dos cineastas demuestran estar en forma. Al barro:
Parecido a un asesinato.Con un reparto vistoso y ajustado, que encabezan Eduardo Noriega y Blanca Suarez, el fogueado Hernández, que realizó maravillas como Lisboa y En la ciudad sin límites y bajonazos como El gran marciano o Capitán trueno y el santo grial, adapta una novela de Juan Bolea y lo hace con ritmo y razonable originalidad en el modo de contarlo.
No sé cuanta promoción le habrán puesto al estreno, pero merecería algo de suerte en taquilla. Aunque la pareja protagonista (Suárez y Noriega), como quizá le pasa a todos los intérpretes españoles sin proyección americana, no son gancho suficiente para las entradas, a pesar de hacer muy bien sus papeles.
Esta es una película pensada y de buena factura que puede sorprender y gustar. Apenas si resulta inverosímil esa clase de escritor "forrado" gracias a su éxito de ventas. Ni llamándole Arturo. Pero vale para dar lujo a los escenarios domésticos, a las fiestas mundanas, a la casa de montaña.
Aunque los finales felices siguen siendo nuestra asignatura pendiente.
Un fantasma en la batallaEsta excelente película solo tiene dos peros: que la temática de la guardia civil infiltrada en la banda terrorista ETA ya se usó en nuestro cine hace menos de un año (La infiltrada) y que Carolina Yuste es más carismática que Susana Abaitua. La vasca, por lo demás, también lo hace de coña.
La intriga funciona como un reloj: Agustín Díaz Yanes es un gran director y guionista, aquí ejerce de ambos. Casi es esta segunda película sobre la misma historia más ilustrativa de los modos de aquel ambiente escalofriante de "gudaris y "txakurras". O de cómo fue desmantelándose gran parte del "aparato", secuestros, zulos... mientras los asesinatos continuaban y se "socializaba" el dolor. Esos eufemismos que gastan algunos...
Respecto a la protagonista, la dureza del trabajo en lo que a afectos se refiere queda bastante detrás de la misión, la búsqueda, el miedo o la huida. No se hecha demasiado de menos esa faceta de esta infiltrada, la mejor prueba de calidad de un apasionante relato de gatos y ratones.
Esperemos que ambos directores nos regalen alguna película más, con oficio y talento de veteranos.
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