viernes, 27 de mayo de 2022

Adiós, Ray

Fuiste, Ray Liotta, el gran protagonista de uno de los ases del póker de Scorsese. Y codeándote de tú a tú con lo mejor que actuaba en aquel momento en Hollywood. Fuiste Uno de los nuestros, lo demás no importa. Esa película fue tu absolución y tu condena. ¿Cortarán en el infierno los dientes de ajo con cuchilla de afeitar? Ya nos cuentas, tío.


 

jueves, 26 de mayo de 2022

Stranger Things

Mañana estrenan la cuarta temporada, final de la serie. 

Por favor, que no la caguen, porque la cosa más extraña es que les hayan salido redondas las temporadas anteriores y que estén dispuestos a terminar aquí. 


 

martes, 24 de mayo de 2022

Volando voy, streaming vengo.

 

Los aviones y las plataformas empiezan a parecerse, llenan el catálogo de éxitos incomprensibles, tópicos de sofá (o clase turista), comedietas que arrancan gamberras y acaban en moralina de saldo, superhéroes reiterativos, recuelos de género y así. En la sección de clásicos, son capaces de endilgarte El mago de Oz y Aquaman, una junto a la otra, sin despeinarse. Si estás leyendo esto, probablemente seas un clásico. Con suerte, de plataforma o catálogo de avión.

Lo que sí tiene el avión, modalidad aerolíneas en rutas con origen y destino hispanohablantes, es una norma de oro: no poner una sola película hispanohablante. Mejor anglos dobladas, son las que más nos gustan en trances aburridos de larga duración. 

Quizá esto esconda una técnica sibilina y pauloviana: a base de tardes de sofá en streaming y viajes en turista, terminarás asociando lo anglosajón a los momentos más coñazos o incómodos de tu vida y volverás a casa, al cine de tu terruño, como quien aspira el aroma insustituible de un guiso de abuela…

JAJAJA, que me descojono.


Vamos a ser realistas. En el avión puedes tragarte una de confinamiento con Anne Hathaway y Chiwetel Ejiofor (qué carreras más irregulares las de estos dos), titulada Locked Down. Una bobada cuando se mira el ombligo pandémico-adinerado (qué pisazo, joder) y peor aún cuando se saca una intriguilla de la manga a la mitad, apurados los monólogos de lucimiento de Anne y los recitados poéticos de Chiwetel. 

En fin, que la hacen españoles y los apedreamos.

Puedes ver Cuestión de justicia, con Michael B. Jordan, el Apolo junior de la saga Rocky reconvertida en saga Creed (no sabe ná, el tío Sly). Esta es una de abogado primerizo y altruista, negro y defensor de negros en el corredor de la muerte de Alabama. Todo lo que se puede prever con una premisa así, sucede. Corrección, presupuesto, maldades blancas de manual… parece de Netflix, sin serlo. A lo mejor ya la distribuye.

Puedes encajar una de Wonder Woman, la segunda, y descubrir que hay amuletos expertos en resurrecciones envenen… espera, vuelvo al menú, a ver si ahora escojo mejor… Uy, una animada de Yetis con números musicales… ¡Quita, cooooño! 


Ya en casa, la plataforma espera (“otro milagro de la primavera”). En verdad, lo que espera agazapada es cobrarse tu ausencia.  Sin ir más lejos, con La familia perfecta, perfecto ejemplo de esas películas que van desaprovechando cada buena idea, revolcándose en las versiones más pedestres de todas ellas. La familia humilde tiene que ser de un chonismo caricaturesco, la pija estirada, estiradísima, el bello bruto tiene que ser Coronado… En fin, falta Leo Harlem de cuñadísimo, que encima tendría los momentos realmente buenos de la película. Tremendo.


Pero esto no termina aquí. Queda la cosa gamberri-woke con chavala de Vuelta al insti después de 20 años en coma. Un Siete vidas sin Cantó (bien) ni Cámara (mal). La cómica Rebel Wilson cumple cuando la dejan hacer lo que la vuelve cómica. Lo malo es que el gamberrismo americano de masas recula antes de los créditos y hay que devolver la bondad al instituto, al barrio, a los enemigos y familiares, todo azúcar sobre el acíbar, un mejunje. 

Casi me pareció la mejor, con eso se dice todo.

Hay más streaming y más aviones, claro, pero mi vecino de escalera tiene una dvteca de flipar y mi reproductor aún funciona. Aunque dicen que en este trayecto las ponen hasta españolas. Jojojo jujujú.


 

lunes, 23 de mayo de 2022

Chete Lera

 

Esa raya en medio de un cabello envidiable, siempre de plata. Esas barbas y chaquetas, de progre burgués con encanto casual casi argentino. Esa mirada limpia. La presencia justa, la dicción perfecta, el tono exacto.

Después de un par de décadas dedicado al teatro, cumplidos los cuarenta, el actor saltó al cine para participar en algunas de las mejores obras de Urbizu, Medem, León de Aranoa, Armendáriz, Uribe, Bollaín o Cortés. Hasta engrosa el apabullante reparto de esa joyita titulada Smoking Room, de hace 20 años (como casi todo).

Luego sigue apareciendo en películas, series y teatro, pero aquella temporada prodigiosa de 12 años no volverá. Ahora, cuando aún tenía cuerda de sobra y muchas tablas que pisar, un accidente se lo ha llevado.  

Chete Lera. Otro lujo perdido, para nuestra desgracia.


El sastre de la mafia


Es muy de agradecer una película así, pequeñita, actoral, con pulso y tempo... esas cosas que en la industria anglosajona se estilan cada vez menos, salvo indies calculadores (deseosos de que los fiche Marvel), o imitadores de Ken Loach con menos talento y mucho woke.

Así que se disfruta la exquisita composición de Mark Rylance (ese experto robaplanos), la de los jóvenes emergentes, la del viejo gángster... y el habilísimo movimiento por un escenario único, de tres espacios y un escaparate. Bien, bien, inusualmente bien.

La pega es que la brillantez del guión lleva a unos momentos finales en los que la inseguridad o las imposiciones de mercado obligan a hacer el maldito encadenado de giros sorprendentes, ese más difícil todavía por completo innecesario, pues lo difícil (una película de estas dimensiones y calidad) ya estaba hecho.

Con seis o siete minutos menos, la cosa les hubiese quedado redonda. Pero supongo que a todos no nos cae bien el mismo traje.