Me la perdí en su estreno y no
fue grave. Soy consciente de que ver esta película en la pantalla de respaldo
de un avión no es la manera idónea, pero otras he visto así pensadas para el
formato más espectacular que se tenga a mano y no me han causado una impresión
tan blanda.
La recreación de época y aventura
marinera es, por descontado, impecable en la dirección artística y demás
técnicas asociadas. El arranque promete, el texto no es malo tal cual está
(aunque unas gotas de humor le habrían sentado divinamente), y el reparto (salvo
el actor que hace de Melville, falto de empaque), es muy solvente. Todo suena
bien, en fin, sabiendo que el cetáceo va a ponerse bravo llegado el momento.
Pero hasta el cachalote en manos
de Ron Howard resulta monótono y por
momentos cansino. Lo que ya se ha visto no se cuenta mejor, lo nuevo es plano
como el agua calma. Ayer leí una frase del Variety que resume mis sensaciones
mejor de lo que yo las escribiría ahora con el jet lag a cuestas: “genera menos
suspense, terror y asombro de lo que lograba Tiburón en un solo monólogo
de Robert Shaw”.
Pues eso.
castaña pilonga
ResponderEliminar