martes, 19 de abril de 2016

Spotlight



La ganadora a mejor película de los últimos Oscar aborda un tema grave que parece justificar por si solo el galardón. Suma también el excelente reparto, la concisión narrativa, la funcional puesta en escena y poquito más.

Es una película correcta sobre algo que quema, lo toques por dónde lo toques. Así las cosas, quizá la asepsia sea preventiva, pero lo cierto es que este asunto daba para mucho más. La investigación periodística sobre pedofilia en el seno de la Iglesia Católica de Boston (y, por extensión, de toda la Iglesia allá donde opere) se sigue fácilmente en pantalla, mientras toca todos los aspectos de la cuestión (las víctimas, los sacerdotes, la archidiócesis y la sociedad consentidora), pero en ninguno de ellos toca hueso.

Algunos momentos apuntan las posibilidades reales de la historia en lo que al tema investigado se refiere: varios apuntes relativos al papel de los abogados, los testimonios de algunos hombres hechos y derechos que sufrieron abusos cuando niños, el cura sin remordimiento, el cardenal correoso,.. Pero una y otra vez el director y su co-guionista prefieren exponer un trabajo de prensa organizado hasta la cotidianeidad, por unos periodistas de los que apenas sabemos nada, salvo que son íntegros y eficaces en lo suyo.

Este punto de vista nos ahorra el maniqueísmo y la truculencia, pero nos escamotea infinidad de aristas, posiciones, conflicto y emoción, que un cine americano más sólido que el que Hollywood hace hoy sabría acometer.

¿Quién necesita lucirse con estos dramas en tiempos de criptonita? En el país de los superhéroes, el Oscar está de saldo.

martes, 5 de abril de 2016

Chus no podía mentir

Y lo demostró en cada papel, con Ferreri, con Berlanga, con Forqué, con Armiñán, con Colomo, con Fernán Gómez, con Mercero, con Trueba, con Cuerda, con Segura, con Almodóvar.
La Testiga se marchó ayer, pero nadie como ella para ponerle letra a las trompetas del juicio final.
Buen viaje, abuela.
Sin ti, el cine español es hoy un poco menos español y un poco menos cine.


lunes, 4 de abril de 2016

Carol


Mucho bueno se ha escrito sobre esta película a la que he llegado tarde y, seguramente, con demasiadas expectativas. La reputación de sutil, sentido y elegante retrato de la dificultad de un amor lésbico en el EE UU años 50 (entre una mujer casada y con dinero y una joven dependienta con cierta ambición artística), solo me parece fundada en lo que se refiere a la elegancia.

La cámara capta la historia con fluidez y buen gusto, es cierto, aunque el mérito me parece más de la dirección artística y de fotografía que de Todd Haynes. Todo transcurre por los ambientes previstos, entre grupos sociales bien definidos y aptos para la confrontación pasional y maledicente. El problema es que la moderación narrativa en los momentos dramáticos y sentimentales no se acompaña de verdades fuertes –ni originales- de la época, de los personajes, de la comunidad. 

Por detenernos solo en los focos que debieron ser los más golosos del conflicto: El novio de la joven se desespera con cuatro lugares comunes poco elaborados; el marido de la pija se comporta como un cornudo estándar y utiliza los líos de su esposa como si se hubiese ligado a un maromo del club de campo; los suegros fingen y callan, mientras se supone que presionan más que nadie sobre el matrimonio roto; la amiga cómplice es un esbozo de personaje interesante al que no conoceremos,… Y así.


Las actrices protagonistas, también muy elogiadas, a mí me parece que aquí se mantienen casi a piñón fijo. Cate está bella y aristocrática, pero carece de los matices que un personaje como ese requeriría (qué diferencia con su Blue Jasmine). Rooney Mara ofrece una vez más su versión sosita, aunque el personaje tampoco dé para la simpatía y el arrebato.

Desde mi punto de vista, la película confunde sutileza con superficialidad, no en el sentido frívolo, sino en el de falta de hondura. En cuanto a los momentos íntimos, no hace falta decir que Carol no es Adele. Paradójicamente, entre los pocos aciertos indiscutibles que ofrece la película, ese es el menos obvio.