Perdiendo el Norte
Una comedia sobre un drama –la
nueva emigración española hacia Alemania- que se apunta al romance y lo adereza
con Julián López, siempre solvente en el rol de amigo cómico. Sacristán podría
hacer su papel hasta dormido. La Machi y Cámara tiran también de oficio. Simpática,
pero light. Azcona hubiese sacado petróleo de este entretenimiento indoloro. La
película, no obstante, es hasta la fecha lo más taquillero del cine español
este año. ¿Estamos perdiendo el norte?
Misión imposible, nación secreta
Cruise elige por fin a una
chavala que vale tanto o más que él. La mejor de la saga, desde que se apeó
Brian de Palma (¿dónde andará metido aquel brillante director?). Con un guión
bien armado que dota de empaque a la imposible velocidad de desplazamiento y
forma física del equipo MI. Buen blockbuster.
Crónicas diplomáticas
Un Tavernier con ganas de
cachondeo se mete en la política francesa para que veamos que gilipollas,
inútiles, lameculos y profesionales desconcertados hay en todos los ministerios
que en el mundo son, aunque el país pertenezca al G7. Un poco reiterativa,
aunque graciosa. Le falta el mordiente de, pongamos, un Wilder. Pero eso es
mucho pedir: nadie es perfecto.
El coro
Lo que a estas alturas del siglo
son capaces de hacer los norteamericanos con una idea francesa, aunque el
director sea galo y sazonen la receta con Dustin Hoffman, Debra Winger y Katty
Bates: poco menos que un telefilm. Bonitas voces, eso sí. Y el prota es
clavadito a mi sobrino.
Una noche para
sobrevivir
Grata sorpresa. Liam Neeson, con
todo su talento, lleva unos años dedicado al cine de mamporros, que tiene un
recorrido bastante limitado. Pero aquí hay guión y sólidos compañeros de viaje.
Lo demás lo pone la noche y el lumpen que parece anegar las ciudades del
imperio. Seca y directa, para sobrevivir y disfrutar.
La jaula dorada
Estos franceses lo mismo se tiran
el rollo con las empleadas del hogar españolas, que con los porteros portugueses, que por lo visto es a lo que nos dedicamos los de la Península cuando nos instalamos en París.
Amable y por momentos desagradablemente paródica, tiene el buen sentido de
repasar también a los acomodados parisinos en su pija ruindad. Lo que destaca,
en cualquier caso, es su magnífica banda sonora, hecha de temazos portugueses a
cual mejor.
Amor en su punto
Leonor Watling le abre el apetito
a cualquiera, pero esta película desperdicia el componente gastronómico, el
escenario irlandés y a los encantadores intérpretes al poco de un bonito y
prometedor arranque. Algunas escenas aisladas apuntan a una película mejor,
pero la peripecia amorosa se complica de manera muy poco atractiva y eso, en
una comedia romántica, desinfla el conjunto irremediablemente. Lo que no sabría decir es si este amor se ha
quedado poco hecho o pasado. Pero en su punto no está.
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