Don Jon parte de un
personaje bien trazado para una extraña propuesta sobre un tema inusual: La
adicción al porno en la era internet. Y cuenta con tres intérpretes solventes
para protagonizarla: Joseph Gordon-Levitt (que además debuta
como director y guionista), Scarlett Johansson y Juliane
Moore.
Don Jon es un tipo musculado,
católico, hacendoso y autosuficiente. Le importan sus colegas, su familia, su
iglesia, su "choza", su "buga", su cuerpo y su porno.
Valora a las mujeres puntuando sus curvas cuando piden en la barra de la disco
y se las folla sin sentimiento en la primera -y única- cita, para acabar
disfrutando más de su ordenador y sus webs XXX. El chaval, en fin, es lo que se
dice un filón narrativo.
Pero a Scarlett no la vamos a
contratar para nada, así que aparece, le embelesa, le pone calentito, le moldea
a su gusto y le lleva a ver películas empalagosamente románticas que él no
entiende (no salen felaciones).
Todo pinta bastante bien porque
los elementos en juego permiten el sarcasmo en off, los chistes secuenciales,
el contraste gamberro, y el lucimiento sexy de la guapaza. También la familia
de Don resulta un hallazgo (algunas de las secuencias más divertidas y
auténticas de la película suceden en esa cocina presidida por una tele de 100
pulgadas).
La película tiene el valor de
afrontar un tema que importa (recientemente tratado por Caitlin Moran en su libro Cómo ser mujer publicado por Anagrama), y es que desde hace algún tiempo para los jóvenes la
educación sexual pasa por internet, donde se ven abocados a modelos rígidos y
sexistas que pueden condicionarles durante el resto de su vida.
No se si Joseph Gordon-Levitt ha leído este ensayo, pero tiene el buen sentido de no ponerse didáctico hasta que los gags que funcionan por reiteración y la presencia de Scarlett pierden fuerza en su historia. Es entonces cuando irrumpe el personaje de Juliane Moore, que sí parece haberse leído a Moran, que resulta interesante y divertida, aunque su intervención se demora demasiado, sabe a poco y aboca la película hacia una resolución apresurada y bastante tramposa.
No se si Joseph Gordon-Levitt ha leído este ensayo, pero tiene el buen sentido de no ponerse didáctico hasta que los gags que funcionan por reiteración y la presencia de Scarlett pierden fuerza en su historia. Es entonces cuando irrumpe el personaje de Juliane Moore, que sí parece haberse leído a Moran, que resulta interesante y divertida, aunque su intervención se demora demasiado, sabe a poco y aboca la película hacia una resolución apresurada y bastante tramposa.
Al final parece que la realización sexual plena puede darse en la postura del misionero. Y admitámoslo, una sola postura termina por aburrir, aunque debajo esté la Johansson.
Pajas aparte a mi lo que me interesa es tu opinion sobre el megalomano de moda y su Adele...anda se bueno y ponla pronto
ResponderEliminarPajas aparte a mi lo que me interesa es tu opinion sobre el megalomano de moda y su Adele...anda se bueno y ponla pronto
ResponderEliminarpronto me pondré al día
Eliminarvamos, que será la próxima
Mi novia vio está película y la calificó de "truño".
ResponderEliminarAsí que dos más dos, no la veo.
PD: Scarlett necesita quién le escriba. Ella comienza a estar claro que no levanta películas.
Aquí la han contratado para levantar otras cosas, no la película.
EliminarPero es una actriz que a veces acierta y a veces se equivoca. Estaba muy bien en las de Allen, sobre todo Match Point y Scoop, en Lost in traslation, en La joven de la perla, en Hitchcock (aunque la película sea regularzota). Cumple en las de superhéroes, que a mí me interesan poco. Y de vez en cuando se mete en algún bodrio como El diario de una niñera o La isla. O en películas que pintaron bien y no salieron como se esperaba, caso de La dalia negra.
En Don Jon su papel es estar buenísima, y a fe mía que lo consigue. También caer mal, y le sale solo.
En fin, que más delito tiene la Portman, que ha acabado de novia de Thor.