lunes, 26 de marzo de 2012
y dos más, irregulares y magníficas
viernes, 23 de marzo de 2012
Otra de pelis atrasadas
In time
Qué buen arranque y qué desperdicio de premisa. Puro Hollywood del XXI. Niccol tenía mucho más margen del que ha empleado. Bastaba con decirles a los ejecutivos del estudio que todos los personajes eran jóvenes menores de 25 años para tenerles satisfechos y ganar espacio filosófico. Pero ni con esas. El show de Truman sigue siendo su mejor guión, Gatacca sigue siendo su gran película. Ésta solo es molona.
War horse
Le ha salido a Midas un poco serie de lujosa producción, un poco herrática, no se sabe muy bien quién es el protagonista. Escenas melosas y batiburrillo de clichés, combinados con grandiosidad spielbergiana. Demasiado aclamada, demasiado fallida.
The artist
Los Weinstein serán unos cabrones, pero lo son a la vieja usanza, al estilo Samuel Goldwyn o Louis B. Mayer. Saben de cine y saben del público. Y arriesgan más de lo que parece. Casi son los únicos de la industria internacional a día de hoy, capaces de concebir el oficio de hacer películas como un riesgo grandioso, un arte de masas, un combinado de narración solvente, estética adecuada y cálculo comercial. Lo hacen también con directores que a veces no han tenido su gran película hasta que se cruzan en su camino. Y a ver quién tiene huevos de negárselo después de esta delicia. Olvídense de los premios que haya recibido a golpe de promoción. El premio es verla y recordarla. No hay palabras.
sábado, 10 de marzo de 2012
Moebius se ha largado
Moebius trabajó en los diseños de películas como Alien (R. Scott, 1979), Tron (S. Liesberger, 1982), The Abyss (J. Cameron, 1989) o El quinto elemento (L. Besson, 1997). Pero no está hoy aquí por eso.
Para mí era, sobre todo, el autor de Blueberry, El Incal, El garaje hermético, Starwatcher o Venecia celeste. Para los entendidos, el número uno del cómic mundial durante décadas.
Inside Moebius, su última aventura gráfica, le colocaba frente a los reproches de sus personajes en un juego de espejos alucinante. Un maldito genio con el que pude compadrear desde chaval, porque para ello bastaba con sumergirse en sus páginas.
Buen viaje a las praderas eternas, maestro.