¿Os acordáis de El juego de Hollywood, donde los ejecutivos de estudio oían durante toda la jornada propuestas de películas contadas en pocos minutos? Para poner en situación al tipo trajeado al que había que convencer, los directores y/o guionistas se lanzaban a tumba abierta: “Es una mezcla de Memorias de África y Ladrón de bicicletas”, “Vamos a rodar El graduado 2”,… y en ese plan.
Stallone, un viejo superviviente que se las sabe todas en este negocio, lo ha tenido más fácil en el planteamiento: “Reunamos a todos los cachas que podamos y démonos un festival de mamporros, frases stándar y dinamita”.
¿Veis al ejecutivo como yo lo veo? Deja de jugar con su pelota de baseball anti-stress y murmura “Me gusta, Sly. Hagámosla”.
Ya sé, ya sé, se lo dirán a la mayoría y sus proyectos dormirán en cualquier cajón, pero no le puedes prometer a Silvester una cosa de éstas y luego pasar del tema, porque frecuenta los mismos restaurantes y sabe manejar el cuchillo desde lo de Vietnam.
Así que se hace la peli. La cachas-peli. Stallone tira de agenda y convence a un puñado de actores con los que ha compartido pulsos, sangre de mentira, cadenas de comida rápida y alguna moza. Y nadie pregunta por el guión (salvo quizá Van Damme, que al no tener un personaje para su hermano gemelo ve el proyecto poco profundo…)
Cuadran un argumento basiquito –pequeño dictadorzuelo en pequeño país tropical al que hay que freír-, meten a una chica mona para darle una pizca de sensibilidad a la machada, la añaden algo de humor autoparódico y al ataque.
Esto es una película de acción con desmelene, entre el gamberrismo, la salvajada y la nostalgia, no creo que pretenda otra cosa. Los profesionales, Grupo salvaje y demás maravillas del cine violento y crepuscular no son el referente, para que lo tengamos claro. Porque además ha llovido mucho desde aquellas e incluso desde las que encumbraron a Stallone y su pandilla. El montaje se ha vuelto frenético, la espectacularidad destructora ha subido el listón y hay que pagar peaje a la cultura del video juego.
Pero ahí están ellos, repartiendo leñazos sin rubor alguno y haciendo una interpretación más “física” que la del Actor´s studio. Lo único que requiere vocalizar con la garganta además de con los bíceps se lo dejan a Rourke (con buen criterio) y la intriga reside en cuántas formas de matar y a cuántos a la vez ofrece esta ensalada.
De verano. De coña.
La verdad es que no lo pasas mal viendo la peli. Sabes que vas a ver peleas y disparos.. esas cosas de estos actores. Pero no veas como me decepcionó el final tan cuuuutre de esta película, con tantas explosiones, llamas y derrumbes de edificios hecho tan realmente mal. ¿Alguien se cree todo eso que pasa durante los últimos 10 minutos? Vale, nada es creible en una película en la que 5 matan a 100 y salen ilesos, pero... los efectos especiales... ¡¡Qué alguien se los curre!! Que no se pide un buen diálogo en estos casos, pero sí un poco de decencia en estas cosas.
ResponderEliminarEn fin, pero me quedo con la escena de Bruce, Stallone y Schzwatze. Un buen guiño a la realidad. que me hizo reirme un rato.