4o años después, el cine español filmó La colmena que bullía en el Madrid de, precisamente, 1942. El centro de la vida, también en precario, volvía a ser un Café. El Café de doña Rosa, sin cosmopolitismo, sin avión a Lisboa, sin Ilsa. Un lugar para exiliados en su propia tierra que bebían achicoria y agua en un Café donde las mesas estaban hechas con lápidas de cementerio.
El café de Rick, dibujado por Benjamín Lois
El café de doña Rosa, dibujado por Fernando Marañón
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