martes, 25 de enero de 2022

Múnich en vísperas de una guerra


Un ejemplo clásico de lo que Netflix da de sí cuando quiere ponerse seria y enjundiosa. Empezando por el título (lo mismo el español "en vísperas" que el inglés "al borde"), de un didactismo pedestre. 

Su línea de estilo se traslada luego a la cuidada producción ambiental y al equipo artístico, con Jeremy Irons y George MacKay al frente del reparto y el solvente Christian Schwochow como director de la película. Lo del director alemán de fuste (responsable previo de las muy superiores La lección de alemán o La invisible), es esencial para abordar el asunto de los preliminares a la guerra mundial contra Hitler y sus delirios de conquista. 

Eso sí, del guión se ocupan Robert Harris -autor de la novela previa- y Ben Power, dramaturgo británico especializado en asuntos "de época". Bastante novedad supone reivindicar a Chamberlain, que pasa casi por un estratega y dispone de la voz de Irons para justificar su defensa prioritaria de la paz, por frágil y breve que fuera. Ni rastro de Churchill, cuya legendaria frase sobre este tema tiene más chicha que toda la película:  

"Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra".

Por descontado, para que la cosa (cuyo final más allá de los créditos conoce cualquiera), tenga cierta intriguilla contamos con los apuestos jóvenes del reparto, el inglés y el alemán, no muy verosímiles, cuatro figuras femeninas decisivas, como manda la tendencia, y un Hitler que debería tener mejor suerte en los castings, aunque únicamente fuese por la verosimilitud mínima para el personaje.

El resultado: una película historicista estilo Netflix.


lunes, 24 de enero de 2022

Hardy Krüger

Hace unos pocos días, mientras yo covideaba, se despidió este actor alemán que, aparte de cine autóctono, pasó dos décadas largas haciendo en los repartos internacionales todos los papeles disponibles de oficial alemán, espía alemán, mercenario alemán, antipático alemán. Codeándose con algunos pesos pesados del viejo Hollywood, como Jimmy Stewart, John Wayne, Anthony Quinn, Montgomery Clift, Yul Brynner, David Niven, James Mason, Sean Connery y bellas europeas como Claudia Cardinale, Virna Lisi, Melina Mercouri, Anna Magnani, Emmanuelle Riva, Elisabeth Müller, Mireille Darc o Marianne Koch. 

La lista de repartos a los que dio lustre es mucho más larga y cosmopolita, claro, hasta se las vio con Toshiro Mifune. Krüger era una de esas presencias agradecidas de ver, fuese cual fuese el título, su nacionalidad y su asunto. Contaba con un talento actoral indiscutible. Por seguir en los consagradísimos, supieron verlo directores como Hawks, Kramer, Aldrich y Kubrick

Ahí quedan tres perlas de mi predilección: Hatari!, El secreto de Santa Vittoria y Barry Lyndon. Una gran carrera, Hardy, para ejercer siempre de alemán en el siglo más incómodo para hacer de alemán.





domingo, 16 de enero de 2022

The Tender Bar

 

Clooney modera sus ambiciones narrativas y contrata a Afleck para actuar. Con ese sencillo par de premisas, los impulsores de esta película (que son claramente ellos dos, Clooney y Afleck), dan con la tecla para servir una entretenida, imperfecta y entrañable historia de crecimiento personal en una familia destartalada pero irrompible, atravesando unos pocos ambientes de normalidad americana (hasta el padre ausente y cafre forma parte del catálogo).

La película no necesita inventar gran cosa, ni siquiera una estructura sólida. Tiene época, textura, varios personajes con encanto (el de Afleck sobre todos), un bar querible, Yale, el NY Times... y una banda sonora absolutamente fantástica. Clooney debe limitarse a contarlo bien y se aplica a ello modestamente. Qué diferencia con la que le sirvió a Netflix. Seguramente aquello era lo que Netflix quería, ni más ni menos, y eso es lo que obtuvo.

Para Amazon en cambio, con esta The Tender Bar, Clooney ha apuntado a lo cotidiano, lo pequeño, lo iniciático en estampas, y los espectadores hemos salido ganando.

sábado, 15 de enero de 2022

Intérpretes fulgurantes 7: Bárbara Lennie

A Bárbara Lennie le pusieron el sambenito de la "musa indie" (¿en España tenemos de eso?), pero si en algún momento ejerció de tal lo ha trascendido sin despeinarse. 

En poco más de 15 años ha trabajado con los consagradísimos, como Armendáriz, Martínez Lázaro, Almodóvar o Farhadi, con malditos y marginales, como el veterano Felipe Vega o los minoritarios mimados Isaki Lacuesta, Jonás Trueba y Carlos Vermut. Se ha metido en grandes producciones, como El Niño, Oro y Contratiempo o apuestas más festivaleras como Las furias del debutante Miguel del Arco, El apóstata de Vieroj, La enfermedad del domingo del inclasificable Ramón Salazar o Petra, del prestigioso Jaime Rosales. Aparte de jugar fuerte en El reino, del chico listo Sorogoyen.

Se pirran por su registro serio y glacial, pero os recomiendo la estupenda comedia María (y los demás), en la que ella hace de María, dando un verdadero recital de lo que una gran actriz es capaz de obtener con cualquier registro que le pongan por delante.
 
En fin, otra a la que no se le ve techo. Espero que siga eligiendo con el mismo tino, apenas tiene trabajos alimenticios o bobos, es casi casi lo que aquí podríamos considerar una estrella. 
"Indie", eso sí, por aquello de las musas.
 

 

jueves, 13 de enero de 2022

Love and Monsters


No diré que esta película se convertiría en título palomitero de culto si la hubiesen hecho en los 80, pero tiene su gracia, su ritmo y su heroísmo de vuelo corto. Vamos, como las de los 80.

Paramount se tomó la molestia de hacer en 2020 un blockbuster familiar que no diera arcadas XXI y se encontró con la pandemia obligándoles al fin a estrenar en plataforma.

Pero es cine. Cine palomitero honesto y ameno. No inventa nada aunque tampoco plagia a lo gorrino. Y no se toma demasiado en serio, lo cual se agradece. Escoge el tono justo que le da un cuaderno de dibujo. 


El chaval, Dylan O´Brien, se deja de laberintos en los que correr con cierta solemnidad boba, para tomarse un respiro y demostrar que de una ciencia ficción básica pero coherente se puede hacer algo mejor -comedia- y salir triunfante. Jessica Henwick despliega una belleza luminosa pero, además, sabe mirar, besar y repartir estopa. Con eso, un perro fiel, una "niña mad-max", un puñado de refugiados de buena voluntad, un robot bien escogido, tres malvados chapuceros y la colección de bichos letales o no tanto, la aventura está servida. 

Puede que la selecciones para echar la siesta y al terminarse aún no hayas cerrado el ojo. 

O te va el amor o te van los monstruos.

viernes, 7 de enero de 2022

Sidney Poitier

Llevabas poco más de una década trabajando como actor de cine y hecho varios coprotagonistas con gente como Gable, Curtis, Widmark, Newman o Ladd, cuando cayó en tus manos el papel de carpintero para aquellas monjitas sin capilla en la película Los lirios del valle.

El primer Oscar y tu carrera apenas había empezado. Aunque sólo con esa maravilla era más que suficiente. Espero que elijan un bonito valle para ti, viejo amigo.

jueves, 6 de enero de 2022

Bogdanovich


Peter Bogdanovich es quizá el último de los directores estrella hollywoodienses que acabaron estrellándose, no se sabe si por la propia crueldad del negocio en Hollywood, si por las tragedias personales aliñadas de muerte violenta, tan de allí, o si por la pérdida de pegada fílmica, sin más. Esa pérdida que negamos acaloradamente los cinéfilos adoradores de cineastas y no digamos ya si pertenecen a la hornada setentera.
 
En el tirón de su firma, Peter se anticipó a todos, a Scorsese, a Coppola, a Spielberg, a De Palma, a Lucas. Primero como estudioso, entrevistador, ensayista, capaz de sacarle el jugo al viejo Karloff y sentar a John Ford frente a una cámara en medio del desierto, consiguiendo aquellas perlas del irlandés con parche de las que sólo habíamos leído.
 
Tiró de Cybill Shepherd, Ben Gazzara o Ryan O´Neal en el mejor momento de sus carreras, enredándolos para protagonizar lo que se le antojara. Conseguiría maravillas como La última película, Luna de papel, ¿Qué me pasa, doctor? o Todos rieron. Y a partir de los años 80 fue capaz de sacarse de la manga un par de películas excelentes por década hasta el cambio de siglo; colarse como actor en Los Soprano, con sus gafas y su tupé; seguir haciendo documentales, mantener el cariño de la cinefilia mundial, que le reconocía con gratitud cada vez que hablaba a cámara de cualquier cosa, de cualquier grande de los que había conocido. 

Con esa seriedad algo impostada, un poco a lo Umbral, sabiéndose también un grande a su manera. Y con el plus de haber fracasado, para convertirse en leyenda.

Adios, Peter.