Adjunto imágenes de lo único de la última película del agente 00 que me recordó a las aventuras de un tal James Bond.
Bien por Anita.
CINE ESPAÑOL VERSUS CINE DE HOLLYWOOD
Adjunto imágenes de lo único de la última película del agente 00 que me recordó a las aventuras de un tal James Bond.
Mientras estrenos como Dune, Cry Macho o Sin tiempo para morir desmuestran que la última globalización es un éxito de la distinguida competencia, el preestreno del nuevo documental de José Luis López Linares viene a contarnos la globalización primera, hija de España.
Sus sucesivas monarquías, leyes, sabios, religiosos y aventureros propiciaron que se midiera definitivamente el orbe (continentes, océanos, meridianos y paralelos); se universalizó el actual calendario -del Juliano al Gregoriano-; se acuñó la moneda patrón internacional, vendiendo plata a los Ming en forma de reales de a 8 (primer dólar del planeta),...
En fin, que España - entonces "monarquía hispánica"- lo impulsó todo. Porque el cacareado Renacimiento, en lo artístico pudo florecer en Italia, pero el Renacimiento social, económico y político fue abrumadoramente español, mal que les pese a nuestros distinguidos enemigos, de fuera o de dentro.
Por el lado positivo, decir que la firma de López Linares desactiva críticas ideologizadas sobre cosas de hace un par de siglos, o
tres, o cuatro o cinco. Porque es bien sabido que nadie se ve capaz de
mantener una polémica cainita tantos siglos como España.
López Linares es coautor de la mítica Asaltar los cielos, la maravillosa El pollo, el pez y el cangrejo real o -ya en soliario- el absoluto prodigio titulado El Bosco, el jardín de los sueños, entre otras muchas películas documentales estupendas. Ha codirigido con Javier Rioyo o con Arantxa Aguirre, pero la que nos ocupa la cocina él solo.
Eso sí: su histórico despeja cualquier sospecha de posicionamiento conservador, algo que de un tiempo a esta parte se ha afianzado como el gran estigma, el que no tiene un pase. Semejante "pureza de sangre" a la inversa, parece requisito indispensable para darle una oportunidad solvente a materiales audiovisuales que ensalcen el papel de nuestra nación en el progreso de la Humanidad.
Quizá por eso mismo, la película apena en varios frentes a la vez.
El primero, al descubrir que España precisa aún de este tipo de documental. Hablamos de una reivindicación que, salvo momentos puntuales, cuenta lo obvio, aunque avalado por historiadores de las dos orillas: nuestra baja autoestima (la peninsular y la de tantos territorios que formaron parte de lo español durante siglos), es inducida desde el exterior, hace ya muchísimo tiempo, y deberíamos revisar en profundidad lo que hay de cierto y lo que hay de patraña en cuanto a lo que históricamente se nos atribuye o escamotea.
El segundo frente para la decepción, paradoja muy nuestra, es ver entre los inversores a RTVE, institución pública a la que supongo qe López Linares no ha podido colocar este material en formato serie, que es lo que pide ser. Ya que nos ponemos didácticos, lo mucho rodado podría conformar un espacio clave en la 1 de Televisión Española, horario de máxima audiencia, que en vez de llamarse El hombre y la Tierra, bien podría ser España en la Tierra. Evidentemente, esto no sucederá jamás y la película que nos ocupa se emitirá -con suerte- al filo de la madrugada y en la 2, para que la vean cuatro "frikis" y tres "fachas".
El último regusto amargo es consecuencia de los otros dos, porque obligarse a incidir en las falsedades de la Leyenda Negra y el despropósito de comprarlas aún hoy, deja el tema de la globalización en un plano muy secundario. El autor, ante las horas y horas de entrevistas académicas de multitud de voces y países, ha sido incapaz de soslayar la reivindicación que, uno tras otro, hacen de la mal reconocida pero gigantesca importancia que España ha tenido en la historia del devenir humano. Éste sí, global: América, Europa y Asia, el mundo relevante de los últimos cinco siglos.
Hubieran sido necesarios muchos capítulos para contar esta gesta, llena de complejidad, audacia, niveles de decisión y riesgo. Una historia de alianzas, intereses y guerras, manipulaciones y fanatismos, deslumbramiento mutuo, intercambios, personajes y logros. Logros geográficos, pero también cientificos, legislativos, religiosos, económicos, sociales, políticos y culturales. Algo que se apunta pero que es inabarcable en menos de dos horas. Y queda, como digo, el poso melancólico de que la mayoría de españoles reniega de la importancia histórica de su país por ignorancia o por maniqueísmo. Poco más.
Loable intento, sin embargo. Quizá si proliferase la divulgación desprejuiciada de la historia española en cada canal narrativo, fuese cine, televisión, libro, programa de radio o post con seguidores, llegue el día en que el orgullo se imponga sobre la vergüenza. Por si acaso esto no pasa mientras nos queda aliento, incluyo también la entrada en la sección "Las guerras perdidas".