Tom Hanks ha hecho otra, para plataforma, escrita y protagonizada por él. Sabe de cine bélico, eso es indudable (como protagonista, productor...), pero necesitó aquí a otro guionista que repelara su libreto y a un director con el nervio de Greengrass en Capitán Philips, capaz de extraer petróleo de situaciones realistas aunque su épica sea limitada.
Aquí la épica se presupone, hablamos de un convoy de guerra acosado por submarinos alemanes. Y sin embargo, lo mucho que promete (personaje íntegro pero algo novato, amada en tierra, claridad expositiva sobre el mapa, el sonar y la neutralización del primer enemigo), va derivando hacia el adocenamiento y un fragor que enmascara la rutina.
Las amenazas alemanas por radio, que supongo tácticas ciertas, funcionaban en el cine clásico, no por bélico, sino por propagandístico (el enemigo tenía que ser despreciable en grado sumo). Los temores de una tripulación muy joven (buena decisión de casting ahí), funcionan si no se acumulan a cada duda, gesto preocupado u orden arriesgada del capitán. Los modales y devoción cristiana del que está al mando bastan con apuntarse una vez (y ni siquiera una, es Hanks, por el amor de Dios,...)
En fin, pocas ideas tirando a reiterativas, y eso que pudieron jugar con el intercambio de información y maniobra del resto de naves aliadas. Lo poco apuntado en este sentido promete tanto que sabe a mero destello. Por no hablar de los rescates, las bajas, la noche marina, el intrigante fondo subacuático enemigo... Todo queda, a mi juicio, en proyecto de una película mejor. Resiste porque Tom Hanks es un gigante, aunque se escriba un personaje unidimensional.
Él pone la empatía y lo sabe.