Dicen los seguidores que es de las mejores de la saga. Yo me quedo con dos perlas de mi hija mayor:
1.- "Le sobra media hora" (cuando aún quedaba media hora para que terminase).
2.- "Papá, lo siento, la terminas solo. ME AGOTA".
domingo, 30 de septiembre de 2018
Mi querida cofradía
Otra historia pequeña y
aparentemente ligera de las que estrena nuestro David frente al apabullante
Goliat de los efectos especiados. Aunque no es tan pequeña y ligera, pues ataca
algunas verdades inmutables de la sociedad actual que se remontan a tiempo de
catacumbas.
Lo mejor, con todo, es la vecina
(Carmen Flores), y sus torrijas. Lo
demás luce funcional, coherente y razonablemente entretenido, que no es poco.
Pero las mujeres de la cofradía, el pique en su jefatura, los problemas
pre-procesionales, el amigo fiel encarnado por Morón,… tenían un potencial
cómico y un recorrido narrativo mucho mayores.
Tanto es así, que cada vez que la
Flores abre la boca, la película despega llegando sin problema hasta donde pudo
llegar.
Un ejemplo de que una comedia
puede ser grata y necesaria sin arrebatar, aunque se hagan otras inferiores e
innecesarias que arrebatan, vaya usted a saber por qué. Misterios de la cocina
cinematográfica y sus comensales. Pasa algo parecido con las torrijas.
sábado, 29 de septiembre de 2018
Sin rodeos
Sin rodeos es fiel a su título:
una comedia sencilla y aparente, con unos buenos gags dialogados, unas cuantas
caras olvidadas pero agradables de reencontrar y un despendole medidito cuando
el personaje principal se despendola.
Maribel Verdú se echa esta película a
la espalda con la soltura de una estrella de cine. Muy graciosos Candela Peña, Flo y
la hermana gatófila que sobreactúa Toni Acosta. Lo demás también vale, porque el ritmo lo enlaza todo
adecuadamente y la primera comedia dirigida por Santiago Segura fuera de su
saga torrentiana acaba rápida y feliz.
Sin rodeos es un remake de una comedia chilena de éxito titulada Sin filtro. Y la idea de partida, decir lo que se piensa y hacer lo que se quiere sin freno protocolario o convivencial alguno, ya estaba en aquella de Carrey abogado que se tituló Mentiroso compulsivo, pero aquí nos ahorran todo el repertorio de muecas de Jim, que son sólo para muy fans.
En recaudación salió bien, aunque
pudo ser mejor. Espero que el balance anime a Segura para seguir dirigiendo
historias alternativas a la de su personaje más popular y rentable. Él quizá
haría menos caja, pero creo que los espectadores saldríamos ganando.
Los archivos del Pentágono
Spielberg con Hanks y la Streep. Trío de ases en una gran
historia. Todo luce como tiene que lucir, para contarnos uno de esos hechos que son relevantes de verdad.
Steven, con su gorra beisbolera y
su sonrisa bonachona, fue uno de los tipos que resucitaron la taquilla en los años
ochenta abriendo una vía narrativa que recuperaba al público más joven a base
de espectacularidad, efectos especiales y aventuras exóticas y disparatadas. En
manos de su talento, el de su colega George
Lucas y el de alumnos muy aventajados de ambos, ese cine dejó grandes obras
para la iconografía popular de Occidente. Pero también le hizo un roto enorme
al cine con más enjundia, en el que se despachan asuntos que importan –o
debería- cuando se nos pasa el acné.
Ironías del destino: Spielberg y
algunos de sus alumnos más aventajados se han convertido en los directores que
hacen hoy esa clase de cine, mientras los nuevos cachorros de la industria se
entregan con deleite al mundo súper-heroico que acapara los grandes
presupuestos de producción, promoción y exhibición internacional.
En cierto modo, la misma
evolución padece la prensa que esta película retrata, puesto que se ha ido
pasando de la investigación periodística contrastada a la búsqueda del clic
impulsivo ante titulares sobre naderías.
Aún hay tiempo. Todavía la
mención de una cabecera como el Washington
Post despierta admiración por sus pulsos con el poder en la Norteamérica de
Nixon. Ésta es la película que cuenta con qué pulso empezó todo y el papel de
su propietaria en ello. Un lujo del cine intemporal. Apenas el subrayado de una
frase importante, inevitable en Spielberg, para una película por lo demás
redonda y necesaria.
¿Quién filmará estas cosas cuándo
Spielberg cuelgue la gorra?
viernes, 28 de septiembre de 2018
La tribu
La película se encuentra entre la
media docena de éxitos de taquilla españoles más destacados en lo que va de
2018. Tiene un arranque espectacular, divertido y sangrante en grado sumo, pero
después se templa y busca más la simpatía del espectador hacia la historia y
sus protagonistas que la carcajada a costa de sus desdichas o aciertos frente a
personajes malvados a batir.
Creo que Fernando Colomo (felizmente recuperado para nuestro cine), acierta de pleno en el
tono escogido. La peripecia es amable y cuenta con intérpretes perfectos para
cada cosa. Paco León es un gran
comediante que no necesita sobreactuar y la Machi se come este tipo de papel
mientras pide un cortado. El resto de intérpretes también sabe perfectamente lo
que se hace y lo hace bien, las “mamis”, Julián
López y Luis Bermejo. Los hijos
parásitos, interpretados por actores a los que yo no había visto apenas,
parecen de verdad, de lo perros que son. Aunque no dejan de comportarse como lo
haría el desmemoriado Fidel (Paco León) en sus buenos tiempos.
En verdad, la parte moralista es
mejor cuanto menos obvia. Y el discurso del desenlace no produce sonrojo, pero
se queda al borde, porque aquí ciertas manifestaciones públicas nos dan mucho pudor
aunque en películas de la competencia nos parezcan naturales y hasta gratas.
Un amago de borrón que se perdona
de inmediato, porque la peli va a cerrar mediante una coreografía hip hopera
con el temazo El hombre lapa. Ni los
hindús lo hubieran bailado mejor.
Ocean 8
Poner a las mujeres a robar como los hombres (y en más de un caso, fusilando sin sonrojo el estilo personal
del rol equivalente, para el caso George y Brad / Sandra y Cate), no garantiza nada.
Pueden ser chulos los vestuarios, las venganzas sobre machos pagados de sí mismos
y hasta el robo con trampa vistosa e inverosímil. La música puede lucir muy
Ocean. Y tener hacker, experta en caterings, joyera y aliada de última hora
(evidente para cualquiera que sepa el estatus de las actrices convocadas). Pero todo eso no sirve de nada si
no se consigue el ritmo. Ocean Eleven lo tenía, aunque sus dos
secuelas fueron deteriorándolo.
Esta versión femenina de la misma idea,
enganchada a las anteriores por parentesco de los protagonistas (qué gran
esfuerzo de guión), es la peor de las cuatro. Y que los movimientos más pujantes
me perdonen.
En algún momento, en este
Hollywood, hay que dejar de estrenar recuelos como novedades. Pero, claro, si
hacen pasta, que la habrán hecho, se dará todo por bien empleado y hasta por
militante. Vaya tela.
jueves, 27 de septiembre de 2018
Alquilar en los 80
Recuerdo cierta ocasión, en un
videoclub pequeño muy próximo a la casa de un viejo amigo. Fuimos ambos a
elegir alguna peli relativamente reciente, entonces pasaba mucho tiempo desde
su retirada de las salas hasta su disponibilidad en los videoclubs.
Era viernes por la tarde, atendía
una treintañera que nos dirigió al primer vistazo hacia el rincón de las
aventuras spielbergianas y las secuelas ochenteras de Rambo y Rocky.
Andábamos
huroneando en una estantería que ocultaba nuestra presencia a quien se acercase
al mostrador, cuando oímos llegar hasta
él a dos chavalas que le comentaron a la encargada la celebración esa misma
noche de una despedida de soltera, para la que iban a ver un porno y les había
tocado a ellas alquilarlo.
Naturalmente, no tenían ni idea
de qué alquilar y las tres se hermanaron en su supuesta ignorancia. “Ahora se
llevan bastante las de romanos y acaban de devolver la que más se alquila…”,
dijo la encargada con un carraspeo. Se llevaron esa a toda prisa (¿cuál sería
su título?), mientras nosotros fantaseábamos en nuestro rincón con togas-tienda
de campaña y mesalinas juguetonas.
Por aquella misma época, sonaba
como éxito radiofónico la canción “Una de romanos”, de Joaquín Sabina. Desde
entonces, nunca he podido escucharla sin una sonrisa maliciosa.
Los increíbles 2
La película que un verdadero
verano se merecía llegó, bastantes años después de estrenarse la primera de esta
familia de súper-héroes, en una aventura más lograda que todo el universo
marvelita que llevamos visto en pantalla.
En esta ocasión, Elastigirl toma
el mando (ahora le dicen empoderarse), para realizar toda clase de proezas
físicas, automovilísticas y deductivas que dejan boquiabierto al espectador,
mientras su esposo Míster Increíble se hace amito de casa y va aprendiendo a
entender y manejar a la complicada prole.
Por supuesto, la inolvidable modista Edna tiene sus momentazos (no se puede desperdiciar un personaje así), y hay pequeñas historias paralelas que enriquecen la aventura de la principal heroína. Sólo su oponente pierde un poco de garra en comparación a Síndrome.
Pero la primera de Los increíbles era una obra maestra del cine. Ésta sólo es una gran película.
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