He visto como primera de 2016 una película que recomendé en el blog hace algunos días, por ser Lorca quien es. Me merece respeto y curiosidad cualquier intento serio de adaptarle al cine español, de un tiempo a esta parte saturado de comedias más o menos afortunadas y previsibles, intrigas más o menos deudoras del modelo gringo, producciones directamente rodadas en inglés o ambientadas en su marco mental, propuestas televisivas con o sin pedigrí y autorías testimoniales e invisibles.
Lorca juega en otra liga, en la que España lo intenta poco desde aquellos espléndidos años ochenta abanderados por Mario Camus, el cineasta capaz de adaptar con talento tremendo autores como Galdós, Cela, Delibes, Barea y el propio Lorca.
La directora Paula Ortiz no es de su escuela. Tampoco es necesario que lo sea, pero el esteticismo enfático tiene menos posibilidades de acertar con lo literario que el clasicismo narrativo de don Mario y el resultado a la vista está. La novia es demasiado deudora del material de oro con el que modela, cuando los metales preciosos están hechos para el artesano laborioso, no para el artista autoconsciente (el más frecuente hoy y el menos auténtico).
El artista aquí debería ser solo Lorca y la directora olvida ese importantísimo detalle. Porque hacer de Lorca visual sobre el Lorca dramaturgo y poeta es imposible y contraproducente. Saura bien lo entendió en su adaptación de Bodas de sangre, igual que Camus en La casa de Bernarda Alba. Paula no ha podido resistirse al subrayado de la intensidad lírica y lo acusa durante todo el metraje.
Así, la película es visualmente hermosa, pero monótona, y empatizar con ella resulta condenadamente difícil. El maravilloso paisaje de la Capadocia lo pone todo demasiado “iraní”, algo que Lorca, un maestro del ritmo dramático, no aprobaría por muy bonitos que sean la música, la casa, los bailes de boda y el desierto.
Lo del reparto es capítulo aparte: Inma Cuesta nació para el papel, el físico exacto, la mirada ideal, la voz caliente, pero necesitaría otros hombres flanqueándola para que su tormento resulte veraz e inevitable. Esos hombres duros y carnales que no consiguen serlo en ninguna escena, aunque se peleen o se despeloten.
Si además se reserva el recitado más obvio, puro y agradecido, el de Leonardo y la novia finalmente a solas, para mezclarlo en imágenes con un innecesario ñaca ñaca próximo al spot de perfume para el hombre, la cosa tiene malísimo arreglo. Incluso cuando el desenlace que ilustra la mendiga se descubre poderoso y realmente lorquiano. Demasiado tarde.
la crítica de tu mujer en facebook es más rápida y contundente.
ResponderEliminares que ella es la que dispara a matar, como puedes ver en la cabecera del blog
Eliminar... a mí se me escapó Lorca... y efectivamente el novio y Leonardo no son contrarios, ese choque no existe. Pero creo que la directora arriesga y se tira sin paracaídas y tiene momentos bellos en los que recupera al dramaturgo... pero termina siendo tan fría... Yo he necesitado verla dos veces... para poder analizar por qué no me llegó a las entrañas.
ResponderEliminarBeso
Hildy
Pues a mí me gustó.
ResponderEliminarA lo mejor porque no he leído Bodas de sangre
Bastante de acuerdo contigo y Pepe sobre "La novia". Pero no creo que sea peor que "Truman", que a vosotros os parece mucho mejor que a mí. De las otras goyas no puedo opinar. Mi comentario sobre "La novia" lo podréis leer... en marzo. Thank you.
ResponderEliminarAh, lo del "inncesario ñaca ñaca próximo al spot de perfume..." está muy bien visto.
Has dado en le clavo once again
ResponderEliminarCual es el face book de tu Julieta?