sábado, 30 de mayo de 2015

Tomorrowland



El director y guionista Brad Bird tiene querencia por lo futurista y por los genios incomprendidos. De esas inquietudes han surgido películas muy notables, como El gigante de hierro y un par de obras maestras como Los increíbles y Ratatouille. Dejaremos aparte la enésima secuela de Misión Imposible, en la que se limita a dirigir el espectáculo con mucha solvencia profesional.

Bird afina mejor cuanto más personal es su apuesta, cuando asume el guión, la dirección y dispone de un paraguas creativo con mucho margen para el talento, como el que le ofrece Pixar. Pero Tomorrowland está cocinada en Disney. Alguien dirá que a estas alturas, Disney y Pixar son prácticamente lo mismo, pero basta con ver los resultados de uno y otro estudio para darse cuenta de que no es así. La última muestra de sus diferencias es esta película.

Cuenta con unos protagonistas interesantes, una premisa enigmática, buen ritmo e ingenios retro y futuristas (a veces ambas cosas), que harán las delicias de los espectadores de cualquier edad, en especial de aquellos con afición al Quimicefa (o como se llame ahora el juego para aprender a inventar). Ingredientes que pueden servir para una película Pixar y para una película Disney, pero que aquí van construyendo una peripecia en la que, llegado el momento de ir despejando incógnitas, cada respuesta del guión va restando brillantez al desarrollo.

Quizá soy demasiado mayor y exigente ante un divertimento muy digno con buenas dosis de fantasía, espectáculo grato y reparto majete, pero las referencias demasiado visibles a otras películas y lo poco original que resulta en esencia el desenlace, me han sabido a decepción.


Que sea la joven Britt Robertson la chica lista, en lugar de un chaval tipo Matthew Broderick (cuando Matthew Broderick era un chaval), no es suficiente novedad, aunque ella lo resuelva muy bien. Por supuesto, George Clooney no tiene que hacer grandes esfuerzos para comandar esta aventura (de hecho, se pasea por ella con las manos en los bolsillos la mayor parte del tiempo). A Hugh Laurie le sienta bien la villanía distinguida. Pero es Raffey Cassidy la que se trabaja a fondo el personaje más interesante y consigue arrancar emoción auténtica cuando la película lo necesita.

El epílogo, inevitable por decisión estructural de los guionistas y filosofía distintiva del Estudio, es un pegote poco favorecedor que Bird enmienda en los preciosos títulos de crédito finales. Unos créditos muy Pixar que prometían una película mejor.

lunes, 25 de mayo de 2015

TVE se convierte en servicio público

De lunes a viernes, a las diez de la noche, desde hace tres semanas, una película española disfrutable se emite en la 2 de televisión española.

La primera semana: Bienvenido Mister Marshall, Surcos, La niña de luto, Los santos inocentes y Viridana.

La semana pasada: El crimen de la calle bordadores, El extraño viaje, La semana del asesino, La estanquera de Vallecas, Celos.

Esta semana: El destino se disculpa, El último caballo, El anacoreta, Mi general, La lengua de las mariposas.

Hasta ahora, la mitad son obras maestras de nuestro cine.

Disfrutadlo mientras dure.





jueves, 7 de mayo de 2015

De Bilbao al cielo

Aitor Mazo se acaba de morir. 
Me gustaba este actor, maldita sea.


sábado, 2 de mayo de 2015

Vengadores: la era de Ultrón


Ha vuelto la pandilla que consiguió el tono exacto de lo que Marvel Cómics puede dar al cine. Porque Spiderman, siendo un prodigio técnico mejorado en cada película, se quedó demasiado Disney antes incluso de que Disney llegara con la chequera (imperdonable tener a William Dafoe como Duendecillo y ponerle una máscara de metal en lugar de pintarle de verde esa cara de duende que gasta). Los cuatro fantásticos van a reinventarse (no estaban nada mal los anteriores, pero parece que se olvidaron de la cuota racial o algo). Los X Men han dado de todo, pero el equilibrio entre espectáculo, humor y solemnidad no se consigue en demasiadas entregas y los spin offs (veáse Lobezno Inmortal) les están saliendo bastante erráticos. Daredevil, Elektra, El motorista fantasma quedaron muy lejos de lo que esos super-héroes han sido para la afición.

Y ya centrándonos en los que componen el super-grupo de hoy, ni Hulk ni Thor en solitario acaban de cuajar (ese Shakespeare barato de Asgard...) y Iron Man arrancó fuerte, pero va perdiendo en cada nueva entrega, igual que el Capitán América. Lo mejor de las secuelas de estos personajes es, de hecho, que asome en ellas algún otro miembro de los Vengadores a hacer un chistecillo o tocar un poco los cojones. La película, sea cual sea, despega entonces de inmediato, porque la química entre personajes establecida por Joss Whedon en la primera que los unió salpimenta cualquier guiso marveliano que imaginarse pueda, dotándolo de sabor a victoria, como el napalm del Coronel Kilgore.


En fin, que Guardianes de la Galaxia aparte (su tono atípico los saca a mi juicio de la competición), Los Vengadores son los indiscutibles amos del género superheroíco que domina cada vez más claramente la cartelera mundial. Cualquier actor norteamericano de hoy mataría por estar en el reparto de la saga (lo de Woody Allen es solo para hacer bonito en el currículum, pero apenas cuenta en el negocio del Hollywood siglo XXI).

Los elegidos son guapos, ingeniosos y buenos intérpretes, tienen poderes variados y lucidos, pueden destrozar cualquier ciudad del mundo peleando entre ellos o contra sus enemigos, cuentan con Scarlett en sus filas,... Qué más se puede pedir.


En cuanto a la trama y Ultrón, importan relativamente. Los mcguffins de la Marvel cantan la traviata, pero qué más da, cuando el mal que se desata en cada historia es fruto de la presencia misma de los superhéroes en el mundo y no existiría sin ellos. Si no es el hermano del dios es el proyecto de Stark rebelándose. Es igual, el espectáculo está servido y las tiranteces o conexiones entre los miembros del equipo, tratadas con humor, lo hacen evolucionar con la pequeña dosis de humanidad necesaria. 

Es una lástima que cada megabatalla tenga que apurarse al máximo, porque todas ellas se podían resolver en menos tiempo contando lo mismo e impactando más. La de Hulk contra la armadura reforzada de Iron Man es sin duda la mejor de las peleas (ante el poderío de ambos héroes uno se pregunta si verdaderamente Ultrón les puede aguantar medio piñazo). Aunque, si los responsables de la franquicia siguen cargando la suerte en la superviolencia metálica y el arrase arquitectónico, corren el riesgo de convertirse en algo muy parecido a Transformers


Las incorporaciones, las despedidas, la reaparición de alguno que otro, enriquecen el cóctel que Marvel puede exhibir ya como el mayor triunfo comercial del año. A quién le importa si hay una gemas en la galaxia que tal y tal, mientras la pandilla se reúna de cuando en cuando a hacer gracietas y reventar algún barrio financiero. La era de Ultrón dura un suspiro. La de los Vengadores va para largo. 

Me pregunto cuánto tardarán en joderla los de la calculadora, esos tipos que no han leído un cómic en toda su vida.