Un actor magnético atrae por
igual alfileres que tanques, deben pensar en los despachos de este Hollywood
tan salao y creativo que últimamente padecemos. Así que cogen a Denzel,
desempolvan el personaje de un vieja serie ochentera (y van…), ponen a unos
rusos de opereta postperestroika, sazonan todo con asesinatos al ralentí y a
hacer caja.
Nada nuevo bajo las palmeras de
Beverly Hills. Ah, sí. La película abre con una preciosa cita de Mark Twain y Denzel
Washington, entre muerto y muerto, lee a Hemingway y a Cervantes. Con tanto
ruso en el argumento, parece mentira que no se hayan acordado de Dostoyevski.
Deben estar cocinando la secuela,
para citar a Shakespeare y a Proust. Qué
espanto.
Y este retraso critico?
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