Es la historia ya contada que vuelve, como el fugitivo a por su chica, y que se adorna y se gusta con la densidad de los bares para negros, las granjas abandonadas, el policía enamorado, el viejo tejano parco en palabras y en afectos,… Una historia sureña sin pantanos. Con algunas escopetas y revólveres, varios fajos de billetes y un par de camionetas destartaladas que surcan los caminos polvorientos y las noches de mala muerte.
Bonita de ver si no te dejas llevar por la impaciencia, la película no pretende un artefacto preciso, sino poético y lo consigue a costa de un error de casting: Casey Affleck recita muy bien, pero carece de empatía con el espectador. Una ley cinematográfica que no se debe incumplir.
(Estreno el próximo viernes)
tufillo Malick
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