Bienvenidos, otra vez, a la Tierra Media, sita en Nueva
Zelanda. Allí, como era inevitable aunque lo disimulara, Peter Jackson ha sido
finalmente quien ha vuelto al universo Tolkien para contarnos la historia de Bilbo joven, 60 años antes de que Sauron montara el gran carajal.
Un filón no se abandona hasta que no se agote y Jackson recupera su monumento
fílmico, que conoce mejor que nadie, nos cuenta su inicio y le añade aventura y mitología, apurándolo para bien y para mal. Lo hace con los decorados anteriores y algunos
nuevos que ya responden a una dirección artística establecida. Con intérpretes
veteranos en la saga y con otros recién llegados que animan el cotarro. Con la
solemnidad del regreso y la obligatoriedad de reinventar y sorprender sin
olvidarse de que encaje el puzzle.
Lo consigue, en términos de proyecto, "arquitectónicamente" hablando.
La Comarca, Rivendel, las grutas de los orcos, los magos y sus prodigios, las
batallas heroicas de razas que se odian y las pipas para fumar recordando
aquellas victorias o derrotas lejanas son como deben ser. Como esperan los
seguidores del mundo Tolkien en su versión XXI. Pero algunas cosas rechinan, al menos desde mi anticuado punto de vista: Lo que en otros tiempos el cine de aventuras resolvía con elipsis y sutileza, o con un simple letrero de inicio (hasta Starwars empezaba así), aquí se construye hasta el mínimo detalle mediante épicos flashback de millones de dólares. Nada queda a la imaginación del espectador, absolutamente todo se ve en la pantalla en un apabullante despliegue técnico y humano. Y ese despliegue es tal que a veces estás más interesado en saber cómo han hecho las escenas que en la peripecia de los personajes que las viven. Es decir, que el nivel técnico llega a interponerse entre la película y tú.
Por eso, para mí la escena más afortunada es la que reúne en una cueva solitaria a Bilbo y a Gollum, solos frente a frente. Lo demás es paisaje para las transiciones (con cámara en permanente vuelo raso), engarzando escenas de furor bélico o pre-bélico donde la prosopopeya en los parlamentos sigue presidiendo cada debate y cada decisión. Y eso que los enanos, muchos de ellos caracterizados espléndidamente, daban para mucho más. Pero las historias por entregas tienen este inconveniente añadido. Hay que esperar al estreno de las próximas tres horas de metraje para saber si los personajes poco dibujados alcanzarán su plenitud.
De momento, Bilbo va por buen camino. El hobbit ha estrenado su espada y ya tiene el anillo en su poder.
El dragón espera.
Entonces... ¿sí? ¿no? ¿sí pero no? ¿no pero sí? A ver si concretamos, Marañón, que están las entradas de 3D como para pegársela con ellas.
ResponderEliminarMe encantas! xD
EliminarYo creo que la forma de hablar de la Tierra Media debe ser así. Eso es parte del encanto y empaque de la saga. Estoy deseando ver El Hobbit.
ResponderEliminarYo voy a ir hoy, que hay precios para enanos en el cine más próximo a mi casa.
ResponderEliminarEl fin de semana se ponen muy élficos para mi bolsillo
Fercho, macho, yo tampoco me he enterado si sí, si no, si quizás o si a lo mejor... Pero da igual, me llevaré a mis mujeres a verla sin dudarlo.
ResponderEliminarA ver, humanos de Blogdorin, o como se llame la ciudad esa donde habitan los visitantes de blogs: La peli está bien, espectacular y agradable de ver, aunque pa mi que le sobran 50 minutitos (repartidos) y unos cuantos orcos.
ResponderEliminarPara concretar: Los gafapásticos abstenerse, y los tolkienómanos a gozar.
Apetecer, apetecer, tras este análisis y un poco de sentido común fílmico, más bien poco.
ResponderEliminarYo la veré en la tele, dentro de unos meses, sin pagar una pasta para que dentro de unos años nos vuelvan a joder una espléndida historia épica con mierdos digitales, orcos tan monstruosos que nadie se puede creer, espadas demasiado luminosas, colores tan brillantes que joden la retina y hojas de buena literatura, defenestradas entre lindezas técnicas...Mi tesoro fílmico...y una mierda!!!
Pues yo ya la he visto. Y a ratos me sentí tolkienomano y a ratos gafapástico
ResponderEliminarEs que no crees en los orcos? Pero no ves las noticias o qué?
ResponderEliminarClaro que creo, los de ahora son más gordos, menos digitales, igual de feos, llevan corbatas y maletín y se llaman banqueros. Lo malo es que pare representar a estos en el cine la caracterización no cuesta ni un euro y todo se vendría abajo...castillos en el aire.
ResponderEliminarPues yo creí que los que atesoraban monedas de oro eran los enanos ¿o era el dragón?... joder qué galimatías, me voy a consultar El Simarillion... (por cierto, como Jackson adapte el Simarillion me pego un tiro en la porra)
ResponderEliminarUn poco de educación, que hay señoras (y además les encanto)
EliminarNo lo hagas 00! Espera al menos a que te asciendan!!
ResponderEliminarLa vi anoche. Bonita de ver, pero aburrida. A mí es que tanto orco, tanta batalla y tanto lobo gigante, como que no.
ResponderEliminarAdemás, varias escenas son innecesariamente interminables.
Si se ha comido medio libro en estas tres horas primeras, cuánto relleno le va a meter para atizarnos otras seis?
ResponderEliminarAún no la he visto, pero lo estoy deseando. Creo que la magia es magia y no hay que buscarle tres pies al gato. Voy a ir con el corazón abierto como una niña pequeña y a disfrutar de lo lindo igual que lo hice con El Señor de los Anillos. Y si lees esto Berni, soy tu amiga, la discípula de Tolkien ;-)
ResponderEliminarAnda, leche. Y de tu novela, qué fue?
ResponderEliminarSe quedó en un cajón, como tantas otras cosas. Me alegra ver que tu si has conseguido lo que querías. A ver si hablamos un día de estos
EliminarCuando quieras. Y bienvenida al blog. Escoge un avatar élfico y ponte cómoda. Aquí somos una docena, pero nos reímos mucho.
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