martes, 19 de marzo de 2024

Reivindicando Davides, toma 3: Abre los ojos

 

Llevábamos tanto tiempo sin que nuestro cine hiciese algo verdaderamente rupturista y no digamos cifi, que cuando se estrenó Abre los ojos, la segunda película de Amenábar (la primera fue Tesis, con la que había dejado la expectativa altísima para ésta), suscitó reacciones de todo tipo, a favor y en contra, de admiración y de ninguneo. 

Pero arrasó en taquilla, no sólo por un reparto joven que estaba en un momento especialmente dulce (Eduardo Noriega, Penélope Cruz, Nawja Nimri y Fele Martínez), sino porque demostraba un completo acierto de casting recurriendo a Chete Lera para el quinto papel importante y nada fácil del psicólogo penitenciario. 

Abre los ojos es todo cálculo (reparto, puesta en escena, música, referentes), a partir de un guion espléndido y meditadísimo. Nolan debería ver esta película una vez al mes durante un par de años, en mi opinión, para entender -pero lo dudo- que no emplea la "matemática de guion" tan bien como él se cree y los premios le hacen creer aún más. 

Amenábar, nada más empezar el nuevo siglo, aún volvería a obtener pleno, con la tercera (y la expectativa más alta si cabe), de la mano de un Cruise productor y una Kidman bella y expresiva en su mejor papel. Aunque nada de lo que ha hecho Amenábar, ni antes ni después, ha vuelto a estar a este nivel. Así se empieza una historia de pesadilla. Bravo.

miércoles, 13 de marzo de 2024

Nyad

A Jodie Foster hace tiempo que no le importa ser como es y elegir lo que le venga en gana. A Annette Bening se le ha quitado la necesidad de ser guapa aún a su edad, al menos en las películas. Esa libertad doble les ha permitido obtener sendas nominaciones a los Oscar, según categoría de cada papel (principal para Bening, secundario para Foster). 

Ellas son de lejos lo mejor de esta película sobre vieja nadadora consiguiendo su sueño de juventud a fuerza de cabezonería y pocos pero buenos amigos. Por cierto, el chico de la función, el siempre solvente Rhys Ifnas (popularmente reconocido como el Spike de Nothing Hill), hace también un gran trabajo. Es el navegante que traza y vigila la ruta más eficiente para que la nadadora cruce la distancia entre Cuba y Florida. 

La película está basada en hechos reales y es norteamericana y de Netflix. ¿Alguien tiene alguna duda sobre su desenlace?

Queridos espectadores, si pulsáis el play dejaos arrastrar por la corriente favorable o no llegaréis a la otra orilla. Sentirse bien con películas como Nyad no es grave, solo previsible.

lunes, 11 de marzo de 2024

Dune, segunda parte

El asunto de Arrakis, la especia, el imperio, las grandes casas y sus cosas sigue adelante. 

En está segunda entrega se mejora bastante el resultado general en pantalla porque, además de recrear el fotogénico desierto, al fin suceden buen número de hechos que construyen una evolución narrativa razonable en algunos personajes principales. Tampoco en todos, hay que dejar algo para la tercera parte, que nos atizarán en año y medio todo lo más. 

Eso sí, la espectacularidad sigue primando sobre cualquier otra consideración: sobre los agujeros del libreto, las elipsis desaconsejables, las repeticiones oníricas y prenatales, la plañidera y omnipresente banda sonora... Nada nuevo. 

Sin despeinarse, Denis Villeneuve desprecia todo lo que en el cine épico actual ha dejado de ser importarte, puesto que la mayoría de coordenadas ya vienen precocinadas de fábrica (el malvado imperio, sus sádicos representantes, el elegido, la profecía, la princesa educadora y rebelde...) No tener que acuñar nuevos clichés evita molestias a los guionistas de hoy. Parece preferible en el siglo XXI no restar un solo instante de intensidad solemne a las dos horas cuarenta y cinco minutos que dura la película.

En fin, que Villeneuve ha entrado en un agujero de gusano y saldrá de él inmensamente rico, pero inservible para el Cine.  

P.D: si yo fuera heredero de Leni Riefensthal, estaría desde hace tiempo exigiendo el pago de derechos por el recurrente plagio de las escenas de masas armadas, calcaditas de su representación nazi en El triunfo de la voluntad.

P.D.2: para la tercera entrega, pongan un poquito de atención al raccord capilar de Timothée Chalamet.  

sábado, 9 de marzo de 2024

Pobres criaturas

Mi tertulia cinéfila ha bautizado a este cineasta como "el griego desagradable". También tenemos a Nolan como "el retortero", a Iñárritu "el telúrico" o a Almodóvar "el EGO". Divertimentos de la afición, para compensar que no pocas veces los grandes autores son esclavos de su personaje y se pasan de frenada.

Aunque el griego tiene en esta peli una excelente idea, con diálogos chocantes y atinados. Lo que pasa es que se le va la mano, en metraje, en barroquismo, en reiteraciones, en gran angular y en sus detallitos desagradables, que no falten.

Los actores, por descontado, están fantásticos. Y Emma Stone se tira a tumba abierta a un papel que la expone más de lo que Hollywood gusta tolerar. Pero el problema -tertulia dixit- puede venir de que han nominado a mejor película del año a lo que no deja de ser una película de retro-ciencia ficción convertida en comedia de humor griego. No griego en general, sino el de nuestro chico. Sin tanta nominación ganaría en acierto y gracia. Aunque sigue sobrando metraje y gran angular.

Como Giórgos Lánthimos se descuide, le encargan un super-héroe cualquier día de estos. Eso sí, de los desagradables. Morbius 2 o algo de ese pelo. Alguna pobre criatura.


jueves, 7 de marzo de 2024

American fiction

De guionista en una bobada resultona como The good place, serie que aguantó cuatro temporadas -el estándar del éxito-, y el estupendo Watchmen televisivo, Cord Jefferson se ha pasado al largometraje y su dirección (sin dejar de ser guionista). 

Le ha salido francamente bien, sin alardes de cámara, fotografía o puesta en escena. Tiene una buena historia que contar y a ello se afana con solvencia, evitando enfatizar lo obvio.

El reparto hace lo suyo, claro: Jeffrey Wright está soberbio como el desnortado escritor Thelonious "Monk" Ellison. Y lo están también las mujeres de su vida (encarnadas por Tracee Ellis Ross, Erika Alexander, Leslie Uggams e Issa Rae), su visceral y entrañable hermano (Sterling K. Brown) y su amigo y agente (John Ortiz), que no se queda atrás y protagoniza junto a su representado algunos de los mejores momentos de la película.

El repaso a la estupidez cultural de gran consumo en los Estados Unidos (a la que vamos camino de igualar y superar por aquí), es contundente, aunque no lo parezca tanto al tratarse de una película educada. En ella, un escritor de raza negra, pero con vida y problemas sin color específico, malgasta su alta calidad escribiendo, a modo de broma, una novela con todos los tópicos asociados a lo afroamericano: "padres inútiles, raperos, crack..." El enredo llega cuando el mercado editorial se lo toma en serio. 

Los estereotipos de la comunidad negra que la película tritura vienen de bastante atrás. De hecho, la novela en la que se basa esta película tiene ya más de veinte años. Pues la cosa ha ido a peor, para sus temas nacionales y para mirar hacia fuera. De muestra, dos botones: la Colombia que vende, la África subsahariana que vende. 

Tenemos evidencias de esta deriva chorra en cualquier ámbito primer mundo de cada día: la "solidaridad facebook" que consiste en ponerse en la foto de perfil la banderita del país donde ha sucedido la última tragedia. La autocensura verbal constante en términos que han pasado a vejatorios hasta para el humor. Las cuotas de género, raza y opción sexual, evidentísimas en el audiovisual (aunque los protagonismos sigan reservándose a los wasp heterosexuales). Etc., etc.

El rollo woke, tan temido y pujante, va dictando sentencia sobre lo que es correcto difundir (y consumir) y lo que no. Sobre qué expresiones son idóneas, qué denuncias son justas, qué relatos merecen interés. Es el racismo a la inversa, la censura reformulada, el reconocimiento forzoso a lo que fue silenciado y ahora debe ocupar el escaparate entero, haciendo de la compensación una nueva injusticia.  

Pero Jefferson, para reírse de todo eso, cuenta una historia familiar sin piel, agridulce y fluida, con sus mierdas, su encanto y su melancolía, mientras "la negritud" y sus fórmulas de rentabilidad asoman una y otra vez en el quehacer del escritor sin lectores. De este modo, la burla al estereotipo del negro-de-barrio-negro-lleno-de-negros-armados-y-cabreados multiplica su efecto. 

No es que a la película le falte mala leche, es que la pone exactamente donde toca. Lo demás es ficción.  

miércoles, 6 de marzo de 2024

Aviones de regreso

El atlas de las nubes

Acumular jet lag en un avión que va y viene de Cuba bien podría titularse como la película que me empaqué en vuelo hace apenas unos días. La dejé pasar en su estreno (creo que como la mayoría, pues tuvo mal boca-oreja), pero me sorprendió con su propuesta alucinatoria y un Tom Hanks pletórico de recursos, para hacer de héroe a la fuerza, de villano repugnante, de escritor decimonónico, recepcionista de hotel y de lo que le echen. 

No me extraña que se embarcase en el festín febril de las Wachowski, porque como actor la película supone un tour de force que pocas veces se presenta y que Hanks es muy capaz de asumir con nota. Ya saltó de comediante puro a actor dramático en un par de papeles. Salirse de nuevo del "corsé Hanks" estaba a su alcance aquí y lo demostró sobradamente. El puzzle del Atlas recupera el talento Wachowski para el juego, la pasión y el acertijo que gastaban en Lazos ardientes y el primer Matrix.  Creo que fue un batacazo en taquilla, pero ahí queda eso. Incubando jet lag, me pareció una grata rareza. 


Golpe de efecto

El regreso de Clint Eastwood a la interpretación después de su redonda y deseable despedida como actor en Gran Torino, demuestra que aún tenía cuerda para Mula pero estaría viejo para el viejo cowboy de Cry Macho.

Esta leve historia de béisbol, reencuentro padre-hija y romance resultón entre Amy (Adams) y Justin (Timberlake), se deja ver con simpatía gracias a Eastwood. Su rol de gruñón con buen fondo no es nuevo, sólo cambia de escenarios. Y luego está John Goodman. ¡Qué pena que no compartan más y mejores escenas John y Clint! Ahí se nota la flojera del guión, pues salta a la vista que su potencial es inmenso. El que Goodman y Alan Arkin desplegaban en Argo hubiera bañado esta película de una calidad suplementaria, sobrevolando las Azores.


Momias

Y hablando de guiones flojos. O más que flojos, lights. Usemos el término anglo para una película española que se viste de anglo de la cabeza a los pies, desde el primer vendaje hasta el último egiptólogo. La crítica anglo, por supuesto, la ninguneó a modo. Las imitaciones, más aún si salen resultonas, molestan al imitado más que halagarle.

Gráficamente logradísima, con el ritmo de las originales, un toque musical bien encastrado y poca enjundia (ni falta que hace), es el tipo de película familiar que el cine español debió plantearse hace treinta años, a lo mejor entonces arriesgando un mundo paralelo distinto al de las momias egipcias. Por ejemplo, de caballeros andantes, de pinturas vivas, de marinos aventureros... Será por mundos fantásticos de este fantasioso país nuestro, que va camino de convertirse en momia.  


Aterrizamos para dormir, por fin. Tal vez soñar.