domingo, 29 de enero de 2023
Aquellas maravillas en blanco y negro
viernes, 27 de enero de 2023
Agustí Villaronga
Me gustaron pocas de las suyas, pero mucho.
Era una rara avis, de las que no se catalogan en Netflix.
El pequeño planeta de la cinefilia le echará de menos. Buen viaje.
miércoles, 25 de enero de 2023
Eugenio Martín
Otros tiempos, otra industria, otros cineastas. Todoterreno, internacional, con heterónimos anglos varios, porque así se conseguían la pasta y la taquilla. Hizo de todo, con oficio y versatilidad. Sus películas más recordadas serán probablemente las de terror, los westerns almerienses y los musicales con estrella.
Buen viaje, "míster" Martin.
martes, 17 de enero de 2023
Lollobrigida sin faja
Cuando a esto aún no lo llamaban "cuota" en Hollywood, ya la había. Dos o tres actrices mexicanas (nuestra Sarita Montiel puntuaba en esa categoría), alguna francesa perdida en burdeles o revoluciones western, una inglesa estiradita para las institutrices y varias italianas fogosas y frondosas que aliñasen las superproducciones biblicas, romanas, bélicas, románticas o circenses.
En ese último lote estaba Gina Lollobrigida en los años 50 y posteriores, bella de ojos y perfil, perfecta en media melena o cabello corto, con una silueta de avispa que quitaba el hipo.
Un escritor amigo me contó una vez la anécdota vivida por sus padres, con la Lollobrigida como centro del drama. La pareja de primogenitores de este narrador iba siempre al cine con un grupo formado por varias parejas más. Así lo hicieron para ver Trapecio, aquel melodrama con Burt Lancaster, Tony Curtis y la tercera en discordia, la ambiciosa Lollobrigida loquita por el aplauso de la pista central.
A la primera que salió ella en pantalla grande con su modelín de trapecista, una de las mujeres del grupo espetó a la estrella: "¡eso es faja!". Pero, no contenta con denunciarlo una vez a pulmón herido, siguió quejándose escena tras escena en la que Gina lucía cinturita imposible: "'eso es faja!" por aquí, "¡eso es faja!" por allá.
Hasta que otro espectador de varias filas más atrás gritó: "¡pues cómprate una faja tú y déjanos ver tranquilos la película". Nadie del grupo se levantó a buscar al espontáneo entre las caras de guasa que cubrían la platea.
Gina siguió brillando una década larga sin necesidad de faja. Y luego le duró la carrera lo suficiente para acumular más de treinta premios internacionales, incluyendo siete David de Donatello, un Globo de Oro, un oso de Berlín y un puñado de grandes premios más. Trabajando entre otros muchos, con Lattuada, Germi, Monicelli, Comencini, De Sica, Siodmak, Vidor, Dassin, Delannoy, Sturges, Reed, Mulligan, Clair, incluso Varda.
Ha fallecido a los 95. En Italia entierran sin faja, como en los circos de trapecio, riesgo y aplausos. Arrivederci, Gina.
domingo, 15 de enero de 2023
El peor vecino del mundo
He aquí una de esas películas que prueban lo importante que es una estrella de cine para un título menor, remake de uno europeo. Plana y grata a partes iguales, con unos flashbacks que dan un poco de sonrojo diabético, lo demás aguanta y entretiene gracias a Tom Hanks y Mariana Treviño. Ellos son lo bonito de la función, todo lo demás es meramente accesorio (niñas y marido de la vecina, viejos amigos del amargado Otto, malvados de inmobiliaria...).
Cada momento que la sonrisa o la emoción afloran (menos de los deseables para este tipo de pelicula), es gracias al gruñón y a su contraparte mexicana que siempre tiene un tupper de comida a mano, para obligar a su vecino a aplazar las decisiones drásticas.
El guión tiene trampas y concesiones a mansalva, incluyendo guiño con calzador a la moda de asuntos de género que, por eso de la sociedad pendular que padecemos, ahora parecen afectar a la mitad de la población occidental.
En fin, no es la peor película del mundo, solo algo que parece que los estadounidenses (borrachos de espectacularidades aparatosas), están olvidando hacer realmente bien, hasta cuando sale Tom.
domingo, 8 de enero de 2023
miércoles, 4 de enero de 2023
Repescas afortunadas
Viaje al cuarto de una madre.
Es la de Celia Rico una película muy pequeñita, con recursos mínimos de los que se saca el máximo jugo, aprovechando con tino la elipsis, la información visual via whatsapp, los silencios elocuentes, la ausencia de música como subrayado de la soledad o la tristeza.
Uno se pone a pensar lo que haría "Goliat" con esto, las postales londinenses de la hija (con éxitos pop que las conviertan en videoclip), la banda sonora dramática de la madre sofocando el fuego doméstico, la final de bailarines de bolero apurada en directo (y ganada, claro)... En fin, Hollywod la convertiría sin despeinarse en una "feel good movie", que llegaría al catálogo de los respaldos de avión. La prefiero como es, con todas sus estrecheces convertidas en virtud, como las de las protagonistas, dos actrices descomunales, Lola Dueñas y Anna Castillo.
La fuente de las mujeres.
A Radu Mihăileanu nunca le salen del todo redondas, a veces por exceso de discurso sobre ideas ya suficientemente expuestas en imagen, o por estiramiento innecesario de los temas, o por demasiada subtrama o por dispersión alrededor de la premisa prinicipal. Su acierto es su debilidad, porque la premisa principal es siempre grande y sabrosa: el tren de falsos deportados para huir de los nazis, un nuevo concierto para la orquesta defenestrada por el comunismo soviético, una "huelga de amor" de las mujeres en un país musulmán indeterminado (probablemente Marruecos).
El plante de estas mujeres hartas de cargar el agua hasta sus casas desde un manantial de la montaña, es un excelente punto de partida. Permite hablar de tradiciones obsoletas, de la dejadez y la suspicacia de los hombres que mandan, de dinero y presiones, de celos, de maltrato, de fanatismo, de libertad. Desequilibrada como todas las de Radu, es interesante de principio a fin, cuenta con un par de personajes magníficos, ya talluditos, una pareja protagonista joven, hermosa y convincente, unos momentos musicales verdaderamente inspirados.
Te das una vuelta por la parrilla de acrobacias letales que preside las fiestas y ésta película con 12 años a la espalda se perfila rápido como una fuente fresca en la que beber.
El oficial y el espía.
Polanski luciendo músculo en esto de narrar claro, fuerte y clásico. Desde la primera imagen en la plaza de armas, cada fotograma parece gritar: "¿lo veis? se hace así".
Más cerebral que emocionante, el film tiene a unos malvados a los que desenmascarar y unos buenos con matices, menos unidimensionales. Pero todo sucede con esa fluidez y crédito que solo cineastas de la talla de Roman consiguen obtener sin que se note.
Eso sí: el oficial pesa más que el espía. Quizá por eso el bello epílogo corre a cargo solo de oficiales.
La quimera del oro.
Tenéis que verla o volverla a ver, lo demás es palabrería.
Debe seguir disponible en RTVE play. La pusieron el 26 de diciembre. Hay esperanza.